jueves, 4 de agosto de 2016

ORACIÓN DEL SANTO CURA DE ARS

 
 
TE AMO, OH DIOS MIO
 
Te amo, oh Dios mío.
Mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,
y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
 
Te amo, oh mi Dios,
y mi único temor es ir al infierno
porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor.
Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo,
por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras te amo,
y de amarte mientras que sufro,
y el día que muera no sólo amarte pero sentir que te amo.
 
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora final,
aumentes y perfecciones mi Amor por Ti.
Amén.
 
 
"El amor se manifiesta mejor con actos que con palabras. Mirar la diligencia de Nuestro Señor en bajar del cielo para tomar un cuerpo semejante al nuestro; desposándose con nuestra naturaleza, se ha desposado con todas nuestras miserias, excepto el pecado; o mejor, ha querido cargar sobre sí toda la justicia que su Padre pedía de nosotros. Mirad su anonadamiento en el misterio de la Encarnación; mirar su pobreza: por nosotros nace en un establo; contemplad las lágrimas que sobre aquellas pajas derrama, llorando de antemano nuestros pecados; mirad la sangre que sale de sus venas bajo el cuchillo de la circuncisión; vedle huyendo a Egipto como un criminal; mirar su humildad, y su sumisión a sus padres; mirarle en el jardín de los Olivos, gimiendo, orando y derramando lágrimas de sangre; miradle preso, atado y agarrotado, arrojado en tierra, maltratado con los pies y a palos por sus propios hijos; contempladle atado a la columna, cubierto de sangre; su pobre cuerpo ha recibido tantos golpes, la sangre corre con tanta abundancia, que sus verdugos quedan cubiertos de ella; mirad la corona de espinas que atraviesa su santa y sagrada cabeza; miradle con la cruz a cuestas caminando hacia la montaña del Calvario: cada paso, una caída; miradle clavado en la cruz, sobra la cual se ha tendido Él mismo, sin que de su boca salga la menor palabra de queja. ¡Mirad las lágrimas de amor, que derrama en su agonía, mezclándose con su sangre adorable! ¡Es verdaderamente un amor digno de un Dios todo amor! ¡Con ello nos muestra toda la estima en que tiene a nuestra alma! ¿Bastará todo esto para que comprendamos lo que ella vale, y los cuidados que por ella hemos de tener?"
 
(Sermón "Sobre las lágrimas de Jesucristo" - San Juan Bautista María Vianney)
 
 
 

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