viernes, 7 de octubre de 2016

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO Y LA BATALLA DE LEPANTO


Hoy hace exactamente un año que visité por primera vez una santa casa muy querida por mí. Aquél día 7 de octubre de 2015, se cumplían exactamente 444 años de la batalla de Lepanto, acontecimiento de gran importancia para la cristiandad y todo el mundo occidental. Aquel día del pasado año, el sacerdote celebrante de la Santa Misa, inició la misma recordando ese acontecimiento histórico tan relevante. Justo es que, un año después, cumpliéndose 445 años de aquella victoria, traiga a este blog el relato resumido de tan importante gesta y su relación tan estrecha con la festividad religiosa que celebramos hoy.
 
Batalla de Lepanto 
( Juan de Toledo)
 
Situémonos en el siglo XVI. El imperio otomano constituía una constante amenaza para las naciones cristianas. El sultán Solimán II había prometido no rendirse hasta conquistar Roma y entrar con su caballo en la basílica de San Pedro. Los turcos habían atacado la isla de Malta, que logró verse libre gracias a los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén; habían atacado los Balcanes, con la pretensión de alcanzar Viena, intento de nuevo fallido... En resumen, la flota otomana dominaba el Mediterráneo, constituyéndose en una continua amenaza para las naciones cristianas, y teniendo como objetivo conquistar Europa, dominarla y acabar con el Cristianismo.
 
En Europa, la situación no era favorable. Entre otras circunstancias, Venecia y en conjunto la península italiana eran víctimas de la hambruna debido a las malas cosechas. El arsenal veneciano había sido destruido a causa de un incendio. Conocedores los turcos de esos hechos, vieron ante sí la ocasión ideal para atacar Venecia, si ésta no les entregaba la isla de Chipre. Invadida Chipre, los venecianos se vieron obligados a pedir ayuda al Papa Pío V. El Pontífice, siendo consciente del grave peligro para la cristiandad, prestó su apoyo a los venecianos, y consideró necesario recabar el apoyo de España, que era en aquella época la nación más poderosa del mundo. El rey Felipe II se mostró reacio al principio debido a las difíciles relaciones con Venecia, pero gracias al talento negociador del Romano Pontífice se llegó a un acuerdo en 1571.
 
Fue así como el Papa, nuestro rey Felipe II y el Dux de Venecia se aliaron creando la Liga Santa para luchar contra los turcos.
 
El Papa Pío V, celebrando la Santa Misa en su capilla, experimentó una inspiración divina, según la cual, el general de la Armada debería ser Don Juan de Austria, hermano del rey Felipe II. Además, pidió continuos rezos y ayunos a toda la Cristiandad, suplicando el auxilio de la Santísima Virgen ante el peligro que nos amenazaba. Envió a toda la flota su bendición apostólica y tras intensa oración tuvo una revelación de la victoria de la flota cristiana.
 
Las medidas que se tomaron son todo un ejemplo de fe, devoción y confianza en Nuestra Señora y el Todopoderoso:
 
- Cualquier soldado que ofendiera a Dios sería expulsado de la flota cristiana.
- El estandarte de la Liga, enviado por el Papa, representaba la imagen del Crucificado.
- Pio V envió una astilla de la Santa Cruz a cada una de las naves capitanas.
- Don Juan de Austria decretó pena de muerte para cualquiera que blasfemara.
- Los soldados ayunaron durante varias jornadas previas a la batalla.
- Todos y cada uno de los que componían la flota se confesaron y comulgaron.
- El Papa concedió a todos los integrantes de la flota las indulgencias propias de las cruzadas.
 
El día 15 de septiembre, la flota católica partió de Messina (Sicilia).  En su avance, los integrantes de la flota pudieron comprobar cómo actuaban los turcos y cómo arrasaban los lugares que invadían. El panorama era desolador: iglesias destruidas, imágenes rotas, cuerpos descuartizados de sacerdotes, mujeres y niños. Los cristianos sentían desolación y rabia ante lo que veían. Fue entonces cuando conocieron la noticia de que la flota turca se encontraba en Lepanto.
 
La situación no nos era favorable, pues la flota cristiana era muy inferior a la otomana. El viento era favorable a la flota turca. Pero los cristianos poseían un "arma" única y de gran valor, de la cual carecían los turcos: el Santo Rosario.
 
Don Juan pidió a su armada que se encomendara a Cristo y a la Virgen María, momento en el cual comprobó cómo el viento comenzó a soplar a favor de los cristianos. Mientras tanto, cristianos de todas las naciones pedían auxilio a Nuestra Señora rezando el Santo Rosario.
 
En el momento de dar orden para el inicio del ataque, Don Juan de Austria, enarboló el estandarte con la imagen de Cristo y de la Santa Virgen, y se santiguó. Todos los soldados se arrodillaron y comenzaron a rezar con devoción mientras se aproximaban a la flota enemiga. Gracias al cambio en la dirección del viento, el fuego de la flota católica asoló a los turcos que se vieron impotentes ante la situación e incapaces de defenderse del ataque cristiano. No hace falta decir que la batalla fue terrible. El hundimiento de una nave otomana hizo que los turcos se replegaran, ocasión que fue aprovechada por Don Juan de Austria para redoblar el fuego, abordar el galeón del general turco Alí, acabar con la vida de éste, y alzar el grito de ¡victoria! El combate prosiguió durante varias horas hasta alcanzar la victoria definitiva. A pesar de la superioridad de la flota turca, sus pérdidas fueron mucho mayores que las de la flota católica.
 
Mientras todo esto acontecía, el Papa no había dejado de rezar e implorar la ayuda divina ante semejante prueba. En un determinado momento, miró al Cielo y supo que la victoria católica había tenido lugar. Coincidió exactamente con el momento de la victoria de la flota cristiana. Quedó de manifiesto el poder de Nuestro Padre Todopoderoso que no abandonó a sus hijos que imploraron su ayuda a través de sus plegarias a Nuestra Señora, Madre y Reina.
 
El triunfo de la Liga Santa fue atribuido a Nuestra Señora de las Victorias, fiesta instituida por el Papa Pío V en señal de gratitud,  siendo su sucesor el Papa Gregorio XIII, quien cambió la denominación por la de Nuestra Señora del Rosario, quedando ligada para siempre a la histórica batalla de Lepanto, y reforzando mucho más intensamente el rezo del Santo Rosario.
 
 
Batalla de Lepanto 
(Paolo Veronese)
 
La Virgen del Rosario protegiendo las naves españolas en Lepanto.
( Lucas Valdés)
 
 
Estandarte enviado por el Papa Pío V con la imagen de Cristo crucificado
y los escudos de armas del Papa, España y Venecia.
 
Cristo de Lepanto.
Según la tradición, presidía la nave capitana de Don Juan de Austria.
Cuando un proyectil enemigo estaba a punto de impactar contra la imagen, la figura lo esquivó inclinándose hacia un lado.
 
Revelación al Papa Pío V de la victoria de Lepanto.
Museo Naval de Madrid.
 
La Santísima Virgen anuncia la victoria de Lepanto al Papa Pío V.
 
Don Juan de Austria armado.
(Alonso Sánchez Coello)
 
Alegoría de Lepanto: el rey Felipe II ofreciendo su hijo, el príncipe D. Fernando, al Cielo.
(Tiziano)
 
Alegoría de la Liga Santa.
(El Greco)
 
 
Imágenes: Google

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