jueves, 21 de diciembre de 2017

UN BELÉN HOMENAJE A MURILLO

Un año más, las fechas navideñas son la ocasión ideal para recorrer los enclaves madrileños y disfrutar de las escenas típicas de los tradicionales Belenes que tanto atraen a niños y adultos. En esta ocasión, la Real Casa de Correos, situada en la madrileña Puerta del Sol, acoge un Belén que rinde tributo a uno de nuestros insignes pintores, Bartolomé Esteban Murillo, con motivo del cuatrocientos aniversario de su nacimiento.
 
Adoración de los Pastores.
 
"Adoración de los pastores" - Murillo
 
 
"Autorretrato" - Bartolomé Esteban Murillo
 
El pintor sevillano del siglo XVII es autor de numerosas obras de temática religiosa que pueblan las iglesias y conventos de su ciudad natal, y fue considerado, en su época, el artista español más conocido y valorado fuera de nuestras fronteras. Formado en el naturalismo, su arte fue derivando hacia el Barroco, pero siempre plasmando esa naturalidad propia de los ambientes populares, acompañada de la especial belleza de sus figuras femeninas, dulces y delicadas, y de la gracia y ternura que plasman sus figuras infantiles.
 
El Belén que nos ocupa, ha sido realizado, como cada año, por la Asociación de Belenistas de Madrid, que han querido representar en la escena principal del mismo, una reproducción de la "Adoración de los Pastores" del pintor sevillano. Su extensión total es de 150 metros cuadrados que albergan las principales escenas de todo Belén que se precie, incluyendo como novedad, una recreación de la visita de los Magos de Oriente al rey Herodes.
 
Su visita constituye una cita obligada para todos aquellos que pasen por nuestra ciudad en esta temporada navideña. Sin duda, hará las delicias de todos sus visitantes.
 
...Y antes de disfrutarlo a través de fotografías, sólo me resta desear a todos los estimados lectores de este humilde blog:
 
 Muy feliz y santa Navidad, llena de bendiciones del Niño Jesús.
 
 
La visita de los Magos de Oriente al rey Herodes.





La Anunciación del Ángel.







La comitiva de los Reyes Magos en su camino hacia el pesebre.







 
 

 
San José busca posada.
 
 
 


La escena central del Belén recrea la "Adoración de los pastores" de Murillo.





El Ángel anuncia la buena noticia a los pastores.



 

Los Reyes Magos llegan al Pesebre para entregar sus presentes al Niño Jesús.

El cansancio tras el largo viaje.





La Sagrada Familia en Egipto.


 
 
FOTOS: María Luz Gómez
 

martes, 12 de diciembre de 2017

LA IMPORTANCIA DEL AGUA BENDITA

He tenido la dicha de leer el libro titulado "Agua Bendita y su significación para los católicos", escrito por el Reverendo Henry Theiler en 1909, y que ha sido reeditado por Sophia Institute Press hace tan sólo unos meses
 
 
 
Su texto tiene el encanto propio de los libros piadosos de épocas pasadas y admito que su lectura ha sido muy reveladora en cuando al origen y propiedades de este importante sacramental usado en la Iglesia Católica, todo ello detallado por el autor a través de sus páginas, como paso a exponer.

Ante todo, es necesario establecer la distinción entre sacramento y sacramental:

- Los sacramentos fueron instituidos por Nuestro Señor Jesucristo; producen efecto por su propia virtud; siendo válidamente recibidos, confieren la gracia particular que Cristo concedió a cada uno; son necesarios para la salvación.

- Los sacramentales son instituidos por la Iglesia, ejerciendo la autoridad que Cristo le otorgó. Producen efecto por la devoción de quien los recibe; nos alcanzan gracias actuales; no son necesarios para la salvación.
 
Nadie duda de la importancia del agua; sin ella no hay vida posible, lo que la convierte en el más importante de los elementos creados..."El espíritu de Dios se cernía sobre las aguas" (Gen 1,2), de esta forma el Todopoderoso las bendecía y las preparaba para que pudieran adaptarse a su función en el proyecto de la Creación. En la naturaleza, cada criatura viviente precisa del agua para subsistir, de la misma manera que los manantiales y los ríos la transportan, conduciéndola a los campos a modo de bendición. El agua es para el terreno el equivalente a la sangre para el cuerpo humano. De la misma forma que la sangre circula desde el corazón por todo el cuerpo y retorna, el agua parte de lagos y ríos alimentando los suelos sedientos a través de la lluvia, para retornar de nuevo a sus fuentes.
 
El agua bendita actúa de la misma manera en el terreno de la gracia; utilizada con fe y devoción, nos purifica a los fieles cristianos de los pecados veniales. De hecho, el uso del agua como elemento purificador se daba ya en los pueblos de la antigüedad. Romanos, griegos, etc. la utilizaban como forma de purificación y protección frente a plagas, rociando a las personas, a las casas y a los campos. Por su parte, los judíos hacían uso de la denominada "agua de expiación" con la que no sólo quedaban purificados sino que era símbolo de conversión. El agua utilizada por los paganos es una prefiguración del agua de expiación usada por los judíos y también del agua bendita de los católicos.
 
Para nosotros, el agua está revestida de gran significado, tal como aparece en el Antiguo Testamento. Por su parte, el Nuevo Testamento está repleto de menciones al agua, siendo protagonista del primer milagro realizado por Nuestro Señor, al convertir el agua en vino en Caná de Galilea. Pensemos también en Su bautismo en el Río Jordán; en Su manifestación a la samaritana junto al pozo de Jacob, invitando a los sedientos a tomar Su agua; en su caminar sobre las aguas del Mar de Galilea; en el lavatorio de los pies a Sus discípulos, o en la mención del agua como condición necesaria para la salvación: "En verdad te digo: el que no nazca  de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios" (Juan 3,5).
 
El agua bendita consiste en una mezcla de agua y sal bendecidas, siguiendo el ejemplo del profeta Eliseo, quien tomó sal y la arrojó a las insalubres aguas de Jericó, quedando saneadas. El sacerdote hace la señal de la cruz y pronuncia una oración de bendición de la sal, seguida de una oración de bendición del agua, para proceder finalmente a la mezcla de ambas, con el rezo de otra oración. Es de estas oraciones, de las cuales podemos obtener gracia para cuerpo y alma.

En cuanto a su utilización, ya en los primeros siglos de la era cristiana hay mención de un agua bendita efectiva en la protección de la salud, la curación de enfermos y la protección frente a demonios. Las oraciones recitadas por el sacerdote para la bendición del agua son localizadas ya en la obra escrita por el Papa San Gregorio Magno (540-604).

El uso del agua bendita tiene importantes efectos:
 
  • Produce la remisión del pecado venial y de la pena temporal debida por el mismo, todo ello en proporción al nivel de contrición,y al mayor o menor grado de ardor en el amor a Dios por parte de la persona que la utiliza
  • Aleja al demonio y nos ayuda a resistir las tentaciones.
  • Nos obtiene beneficios corporales y temporales.
  • Nos proporciona efectos santificadores, es decir, las gracias reales que podemos obtener: iluminaciones del intelecto e inspiraciones del Espíritu Santo, que ayudan al fiel a actuar con lealtad a sus deberes de estado, a orar con devoción, a escuchar un sermón con provecho y a asistir con recogimiento y devoción a la Santa Misa.
Si deseamos obtener todos esos efectos positivos a través del uso del agua bendita, debemos corresponder estando en estado de gracia, teniendo una fe firme y una sumisión total a Cristo y a Su Iglesia. Esto no implica que vayamos a obtener con toda seguridad el efecto concreto que deseemos, pero no cabe duda de que obtendremos otra gracia tanto o más importante.  Mucho más importantes que los beneficios corporales, son los beneficios espirituales, pues el espíritu es superior al cuerpo. Este hecho se debe a que los sacramentales operan principalmente a través de la intercesión de la Iglesia. Cuando la Iglesia ora, es Cristo quien ora con ella, por esta razón la oración de la Iglesia es tan poderosa. Esta es la manera en que podemos obtener grandes beneficios del uso del agua bendita.
 
La utilización del agua bendita en forma solemne por parte de la Iglesia tiene lugar en el rito de aspersión al comienzo de la misa dominical. El sacerdote se rocía a sí mismo, rocía el altar, y recorre la iglesia para la aspersión de los fieles, pues estos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, siendo el sacerdote el mediador entre Cristo y el pueblo. Una vez rociados de agua bendita, nos hemos purificado para asistir a la celebración de la Santa Misa. Este rito tienen un significado si cabe más especial en el tiempo pascual, dirigiendo nuestro pensamiento al agua bautismal y al agua que fluyó del costado de Nuestro Divino Redentor. El sacerdote emplea el agua bendita en la bendición de objetos piadosos, de personas y enfermos, y en los funerales, rociando el cuerpo del difunto y el féretro. El agua bendita, junto a la oración pronunciada, constituye un alivio para los sufrimientos de las almas de purgatorio. Supone una valiosa ayuda al alma del difunto con su consiguiente beneficio espiritual, ya que el cuerpo es templo del Espíritu Santo, sede de un alma inmortal que se unirán de nuevo en el último día. Los fieles podemos tomar agua bendita de las benditeras, al entrar en el templo, como forma de purificación ante la presencia de Dios y también al abandonar el templo, orando para tener buenos pensamientos y fortalecer nuestras buenas resoluciones.
 
Es muy recomendable que todos los fieles tengamos agua bendita en nuestros hogares, usándola para preservarnos de los peligros que amenazan a nuestros cuerpos, y especialmente a nuestras almas.
  • Al ir a dormir, el piadoso cristiano tomará agua bendita para hacer la Señal de la Cruz, limpiando su alma de cualquier pecado venial cometido durante el día y como protección durante la noche ante posibles ataques del maligno. No olvidemos que el demonio nunca descansa.
  • Rociar a los enfermos como forma de aliviar su enfermedad, así como rociar los remedios médicos que van a ser utilizados. Se aconseja rociar muy especialmente a la persona cuando la muerte se aproxima.
  • Rociar nuestros hogares y campos para preservarlos de toda influencia dañina.
Cierto que, desde que el Rvdo. Henry Theiler escribió este útil libro, la sociedad y sus circunstancias han evolucionado mucho, lo cual supone un incremento de las situaciones en que el uso del agua bendita es altamente recomendable: bendecir el lugar de trabajo, el vehículo que utilicemos para nuestros desplazamientos, y también a nuestros animales de compañía, ayudando a preservarlos de todo mal.
 
Una vez expuesto el significado del agua bendita es necesario insistir en la necesidad de evitar el pecado, evitar las ocasiones que nos puedan conducir a él, guardar y cumplir fielmente los Mandamientos de la Ley de Dios, recibir con frecuencia los sacramentos y llevar una piadosa vida cristiana. El agua bendita es un elemento muy preciado para impulsar nuestro bienestar temporal y espiritual, lo cual debe animarnos a su uso, teniendo siempre presente que Nuestro Señor Jesucristo, derramando Su preciosa sangre, mereció las gracias de las cuales podemos participar a través de este significativo sacramental.


Foto: María Luz
 
Tomando agua bendita y haciendo la Señal de la Cruz, digamos:
 
"Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo".
 
"Por Vuestra Preciosísima Sangre y a través de este agua bendita,
limpiadme, ¡oh Señor!, de mis pecados".
 
"Dulce Corazón de Jesús, concededme que yo os ame, cada día, más y más".
 
"Dulce Corazón de María, sed la salvación mía".
 
"Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía".
 
"Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía".
 
"Jesús, José y María, expire en vuestra paz el alma mía".
 
Amén.
 

viernes, 8 de diciembre de 2017

EL MILAGRO DE EMPEL

En este 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, quiero traer a mi blog un hecho histórico que tuvo lugar entre los días 7 y 8 de diciembre de 1585 en los territorios de los Países Bajos, y que constituye el motivo por el cual, la Inmaculada Concepción es fiesta nacional en España, así cómo patrona de la Infantería Española.
 
"La Virgen de Empel"
(Augusto Ferrer-Dalmau)
 
Carlos I de España y V de Alemania había decidido abdicar en su hijo, convertido en nuestro rey Felipe II, recibiendo entre sus posesiones, los territorios de los Países Bajos, cuyos habitantes no vieron con muy buenos ojos el cambio de monarca. Este hecho, junto a motivos económicos y religiosos, dieron lugar a la rebelión de parte de aquel territorio contra el soberano en 1568, siendo Margarita de Parma gobernadora de aquellos territorios, que desembocó en la conocida como Guerra de los Ochenta Años o guerra de Flandes, y que finalizó en 1648 con el reconocimiento de la independencia de las siete Provincias Unidas, conocidas hoy como Países Bajos.
 
Nuestro monarca decidió enviar a su ejército para hacer frente a la rebelión, comandado por su sobrino, Alejandro Farnesio, al frente de los Tercios. La rebelión no resultaba fácil de sofocar, y en determinados enclaves se necesitaban refuerzos, como en la región de Brabante, a la cual se dirigió uno de sus subordinados, Carlos de Mansfeld, junto a tres Tercios. Uno de estos estaba comandado por Francisco Arias de Bobadilla, y se componía de unos cinco mil hombres. En su camino a aquella región, llegaron a la isla de Bommel, ubicada entre los ríos Mosa y Wall, donde el Tercio de Bobadilla se posicionó para defender el enclave, mientras que el resto del ejército se dirigía a tomar posiciones en otras ciudades.
 
Lo que a primera vista parecía un territorio sin dificultad, pronto se convirtió en una verdadera encerrona para la soldadesca pues el enemigo no tardó en llegar al lugar, en concreto, una flota de diez navíos al mando de Felipe de Hohenlohe-Neuenstein. Una vez desembarcados, el jefe enemigo propuso a los españoles la ocasión de una rendición honrosa, que obtuvo como respuesta española la siguiente: "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos". Ante tal respuesta, tomaron los diques que contenían las aguas de los ríos, con intención de que los españoles muriesen ahogados. Ante este hecho, los españoles no tuvieron otra salida que dirigirse a la parte más alta de la isla, zona en la que se ubicaba el pueblo de Empel y donde establecieron su defensa. Bloqueada la isla por completo por la escuadra enemiga, los españoles tuvieron que soportar continuamente el fuego enemigo, lo cual unido al frío, a la escasez de víveres y a la suciedad en la que se encontraban, hizo que su moral decayera y esperaran la muerte de un momento a otro.
 
Grabado de la batalla de Empel.
(Frans Hogenberg)
 
Pero Bobadilla no se rendía fácilmente, y a la vez que inflamaba el ánimo de sus hombres, los instaba a resistir a toda costa, procediendo a la fortificación de los edificios y alejando al enemigo con fuego de artillería. Fue entonces, en el día 7 de diciembre de 1585, cuando un soldado, cavando una trinchera, encontró un objeto de madera: se trataba de una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. El soldado la tomó en sus manos y se dirigió corriendo ante el comandante Bobadilla para mostrársela. Bobadilla, viendo el estado en que se encontraban sus hombres, muertos de frío, de hambre y sin esperanzas de sobrevivir, aprovechó el momento para infundir ánimos en la tropa. Ese hallazgo fue tomado con una señal del cielo que les animaba a resistir, teniendo la seguridad de que serían asistidos hasta alcanzar la victoria final. A partir de ese momento, lucharían encomendándose a Nuestra Señora.
 
"El milagro de Empel"
(Augusto Ferrer-Dalmau)
 
La imagen de la Virgen fue tratada con auténtica veneración. El sacerdote del Tercio, Fray García de Santisteban, les instó a rezar la Salve, sintiendo todos ellos un consuelo inmediato que les hizo olvidar las penurias que estaban sufriendo. Todos los soldados se postraban ante Ella, la llevaban en procesión, colocaban sus banderas junto a la imagen, y caída la noche oraban a Nuestra Señora, conscientes de que sólo Ella podría socorrerlos.
 
Y así fue como, en esa noche del 7 al 8 de diciembre, ocurrió algo inesperado. Un viento terriblemente gélido comenzó a soplar desde el norte haciendo que la temperatura descendiera vertiginosamente y que las aguas del río Mosa se congelaran, lo que forzó al enemigo a retroceder para evitar que sus barcos quedaran encallados. Una vez liberados de los navíos enemigos, los españoles tenían vía libre para atacar el campamento contrario, lo cual no fue necesario pues el enemigo no tuvo más remedio que huir. La victoria española fue tan clara y rotunda, que el almirante Hohenlohe-Neuenstein sólo pudo decir: "Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro".
 
Ciertamente, los españoles fueron salvados por un verdadero milagro, que motivó que la Inmaculada Concepción se convirtiera en Patrona de nuestros Tercios. Su devoción se extendió tanto en España, que el propio rey Carlos III, en 1761, consagró España a la Inmaculada, tomándola como Patrona y Protectora, y creando en Su honor la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Esa intensa devoción, junto a otros factores, fue determinante para que el Papa Pío IX proclamará, el 8 de diciembre de 1854, el Dogma de la Inmaculada Concepción de María, a través de la Bula Ineffabilis Deus. Como reconocimiento al papel decisivo de España en la proclamación del Dogma, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul en su fiesta. Más tarde, en 1892, fue designada Patrona de la Infantería del Ejército español, por Real Orden de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.
 
En memoria de aquel inolvidable milagro, toda España festeja hoy a Nuestra Madre, la Inmaculada Concepción, como nuestra Patrona, a quien dirigimos nuestras plegarias y honramos con este hermoso himno, pidiendo continúe protegiéndonos con Su maternal cuidado y extendiendo Su manto sobre nuestra querida nación.
 
 
 
Patrona augusta de España, purísima Concepción,  
escucha nuestras súplicas, protege a tu nación.
 
Un apóstol quiso a España bautizar
y la Virgen fue madrina en el Pilar.
Desde entonces con materno corazón,
vela siempre por la ibérica nación.
 
La morisma, cual torrente sin vallar,
nuestra patria y religión quiso arrollar;
y aquel día aciago Covadonga fue
el supremo baluarte de la fe.
 
Patrona augusta de España, purísima Concepción,
escucha nuestras súplicas, protege a tu nación.
 
Pilar de nuestra fe, clave de nuestra historia,
prenda de nuestra gloria y bienestar,
por ti, por ti esperamos siempre, siempre triunfar,
siempre vivir en paz.