lunes, 26 de noviembre de 2018

Las reliquias de Santa Margarita Mª de Alacoque visitan Madrid

En este mes de noviembre que nos anuncia la próxima llegada de un año nuevo muy significativo, los habitantes de Madrid hemos contado con la presencia de las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, religiosa francesa del siglo XVII, que perteneció a la Orden de la Visitación de María y que tuvo la dicha de recibir las visiones del Sagrado Corazón de Jesús.

 Santa Margarita María Alacoque
Huérfana de padre a la edad de ocho años, sufrió junto a su madre y a sus hermanos en manos de unos parientes que controlaron y administraron toda su herencia, si bien como joven de buena posición, también disfrutó de las diversiones y fiestas inherentes a su posición privilegiada, experiencia que le sirvió para reflexionar sobre la frivolidad y la vanidad tan presentes en la vida mundana. 

Siendo niña demostró una intensa devoción al Santísimo Sacramento permaneciendo innumerables horas en adoración. Su frágil salud la acercó todavía más si cabe a la oración, ofreciendo sus sufrimientos a Nuestro Señor y a la Santísima Virgen. Pronto se manifestó en ella la vocación religiosa, prometiendo a los nueve años de edad dedicar su vida a Dios y haciendo voto secreto de castidad.

Decidida a abrazar la vida religiosa, ingresó en el convento de Paray-le-Monial a la edad de 24 años y, poco tiempo después, comenzó a recibir las primeras apariciones de Nuestro Señor en los primeros viernes de mes, durante dos años. El día 27 de diciembre de 1673 tuvo la primera manifestación del Corazón de Cristo, cuando oraba ante el Santísimo Sacramento, pero dejemos que sea Santa Margarita quien nos lo explique con sus propias palabras:

Me encontré toda penetrada por Su divina presencia, olvidándome de mí misma y me abandoné a este Espíritu, entregando mi corazón a la fuerza de Su Amor. Me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de Su Amor y los secretos inexplicables de Su Corazón Sagrado, que hasta entonces me había tenido siempre ocultos...Él me dijo: "Mi divino Corazón está tan apasionado de amor por los hombres, y por ti en particular, que no pudiendo ya contener en sí mismo las llamas de su caridad ardiente, le es preciso comunicarlas por tu medio, y manifestarse a todos para enriquecerlos con los preciosos tesoros que te descubro, los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía". Me pidió después el corazón, y yo le supliqué que lo tomase. Lo cogió e introdujo en su Corazón adorable, donde se consumía como en un horno encendido, lo sacó de allí cual si fuera una llama ardiente en forma de corazón y volvió a ponerlo en el sitio de donde lo había cogido. Después de un favor tan grande, y que duró por largo espacio de tiempo, sin saber si estaba en el cielo o en la tierra, quedé por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de mí, que no podía reponerme, tal era la plenitud de Dios que en mí sentía.




Nuestro Señor le concedió a Santa Margarita la gracia de un dolor en su costado que se renovaría cada primer viernes de mes y la instituyó como "discípula muy querida de mi Sagrado Corazón". Fue un día del año 1675, durante la octava del Corpus Christi, cuando nuestra protagonista recibió la visión de Nuestro Señor descubriendo Su Divino Corazón, rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida de la cual manaba sangre y de cuyo interior emergía una cruz. Señalándolo con Su mano, le dijo:
"He aquí este Corazón, que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor...Por esto, te pido que sea dedicado el primer viernes después de la octava  del Santísimo Sacramento a una fiesta particular para honrar  mi Corazón, comulgando en ese día y reparando su honor por medio de un respetuoso ofrecimiento, a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que ha estado expuesto en los altares. Te prometo también que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre los que le rindan este honor y los que procuren que le sea tributado".



Nació de este modo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que se ha extendido a toda la cristiandad gracias a nuestra protagonista. Si bien Santa Margarita fue ejemplar en el cumplimiento de sus obligaciones, sufrió enormemente a causa de los ataques del maligno y las incomprensiones que despertó en su entorno, pero encontró enorme consuelo en la figura de su director espiritual, el religioso jesuita San Claudio de la Colombière, quien inmediatamente se percató de la veracidad de sus revelaciones y de su santidad. Por orden suya, Santa Margarita escribió todas las revelaciones recibidas.

 San Claudio de la Colombière
Siguiendo el plan de Nuestro Señor Jesucristo para difundir la devoción a su Sagrado Corazón, Santa Margarita fue nombrada Maestra de Novicias y asistente de la Superiora, pero no fue en vida de nuestra protagonista cuando se reconocería dicha devoción. Enferma a los 43 años de edad, entrega su alma a Dios un 17 de octubre de 1690, expresando durante su agonía: "No necesito más que a Dios solo y abismarme en el Corazón de Jesucristo".

Ella, que siempre había ansiado permanecer en el eterno olvido de las criaturas, es hoy conocida y venerada en todo el mundo cristiano, apareciendo su figura ante nuestros ojos, a los pies de su Divino Dueño. Tres años después de su muerte, el Papa Inocencio XIII marcó el inicio a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, siendo extendida su fiesta a toda la Iglesia por el Papa Pío IX, quien también beatificó a nuestra protagonista. Fue canonizada por el Papa Benedicto XV el 13 de mayo de 1920. 

Encontrándonos muy cercanos al año 2019, en que celebraremos el centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, la venida de las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque era una cita obligada para todos los fieles, que tuvimos ocasión de venerarlas en el Monasterio de la Visitación, situado en la madrileña calle de Santa Engracia. Como devota que soy del Sagrado Corazón de Jesús, la cita era obligada para mí, máxime tras haber leído, meses atrás, la autobiografía de la santa.

Por ese motivo, en la mañana del sábado 17 de noviembre, encaminé mis pasos hacia el mencionado monasterio para penetrar en su maravilloso y celestial templo, rezar ante el Santísimo Sacramento y pedir la intercesión de Santa Margarita María para alcanzar un amor infinito y abrasador a mi amado Jesús, momentos que me llenaron de paz en medio de las turbulencias del día a día.

La Orden de la Visitación de María fundó su primer monasterio en España el 18 de febrero de 1749, bajo la protección de los reyes Fernando VI y Bárbara de Braganza. La fundación fue realizada por la Casa Madre de la Orden, radicada en el monasterio de Annecy. A las monjas se las denominó "Salesas Reales" y se ocuparon de la instrucción de niñas nobles. A la muerte de los monarcas, la iglesia del convento se convirtió en Panteón Real para ellos.

Rey Fernando VI
Reina Bárbara de Braganza
Las religiosas permanecieron en dicho monasterio hasta su expulsión en 1870, transformándose el edificio en sede del Tribunal Supremo y la iglesia en parroquia, conocida como Iglesia de Santa Bárbara. Años después, en 1883, Doña María del Rosario Wall de Fernández de Córdoba sufragó la edificación de un nuevo monasterio, conocido como Primer Monasterio de la Visitación, y en cuyo templo han sido expuestas las reliquias de Santa Margarita María en su visita a la capital.





El mundo de los santos es maravilloso y más maravilloso será disfrutar de su compañía en el Cielo durante toda la eternidad. Es por ello que todos ansiamos contar con su presencia en nuestra vida terrenal, siendo sus devotos, venerando sus reliquias y solicitando su intercesión ante Dios por nuestras múltiples necesidades espirituales. Doy gracias a Nuestro Señor por la oportunidad brindada de acompañarle, venerando al mismo tiempo las reliquias de quien fue la confidente de Su Sagrado Corazón, en un templo en el que se recibe tanta bendición.

Fotos: María Luz Gómez

No hay comentarios:

Publicar un comentario