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domingo, 8 de diciembre de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de diciembre y tiempo de Adviento



¿Qué necesidad tenías, oh dulce Jesus mío, de instituir la adorable Eucaristía, para probar el encendidísimo amor en que ardía tu Corazón para conmigo? ¿No publicaba bastante el amor que me tenías aquel purísimo y virginal seno en que estuviste nueve meses encerrado? Y aquel vil establo en que te dignaste nacer con tanta abyección, incomodidad y pobreza; la paja y el heno de aquel pesebre que te sirvió de cuna, y la misma inclemencia de la estación y de la noche, a que recién nacido quisiste sujetar tus tiernas y delicadas carnes, ¿no pregonaban bastante el amor que me tenías?

¿Y cómo podré yo corresponder a tan excesivo amor? Ya te entiendo, amable Redentor mío: tú quieres que en este Adviento reforme mi corazón, y te prepare en él una morada menos indigna que hasta aquí, para celebrar la memoria de tu Nacimiento, repasar las lecciones que desde el pesebre nos leíste, y alcanzar las gracias que naciendo nos mereciste. Quieres que viva en mayor recogimiento y retiro; que me guarde aun de las más leves culpas, que me niegue al fausto y a la vanidad; que sea humilde, manso, sufrido, resignado a la divina voluntad, y mortificado. ¡Y qué es todo esto, Jesús mío, en comparación de lo que tu Corazón se merece y ha hecho por mi! Gustoso haré eso poco que me pides: mas, ¡ay de qué servirían mis resoluciones y promesas, si no me dieras gracia para cumplirlas! Para alcanzarla más fácilmente, uno mis afectos y sentimientos con los del Purísimo Corazón de María. Acepta, como cosa propia mía, los amorosos suspiros, las humildes oraciones e internos coloquios, las profundas adoraciones con que esta Seora te cortejaba, reverenciaba y amaba, teniéndote aún en su castísimo seno. Acepta las ardentísimas ansias con que anhelaba por el feliz momento de su parto purísimo; y sobre todo acepta su Corazón, tan encendido y abrasado en llamas de tu amor. ¡Cuán dichoso seria yo si, al recibirte el día de Navidad en mi pecho, supiese hacerte total e irrevocable donación de este ruin corazón mío, como lo hizo la Virgen, y lo harán tantas almas fervorosas! ¡Y qué dicha la mía, si, en retorno de esta generosa entrega, recibiese de ti una copiosa avenida de gracias, y un constante y ardentísimo amor a tu Corazón amoroso! Pues ya que los reyes de la tierra acostumbran señalar con mercedes extraordinarias el nacimiento de un príncipe hijo suyo, señala también tú el tuyo propio, derramando tus dones sobre esta tu pobre criatura para que, viviendo ahora mi corazón estrechamente unido con el tuyo, logre amarte y gozarte eternamente en la gloria. Amén.


"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach.
Edición de 1954.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de noviembre y fiesta de Todos los Santos



¡Oh Santos del paraíso que rebosáis de gozo ante el Corazón augusto de mi amable Jesús! 

Yo acepto la invitación que me hacéis, y adorando con vosotros a ese amorosísimo Corazón, y uniendo mi débil voz a las vuestras, repito lleno de alegría: ¡Sea honrado, glorificado, amado y obedecido de todos los corazones por siglos infinitos el Corazón Santísimo de Jesús, que con tal exceso de misericordia nos amó y redimió con su sangre preciosa! Mas ¡cuánta indiferencia hay, Santos gloriosos, entre vuestra suerte y la mía! Vosotros estáis ya gozando de ese divino Corazón, le veis y le amáis con indecible ardor, gozo y hartura de espíritu, sin temor alguno de perderle. Yo, aunque le veo con los ojos de la fe en la adorable Eucaristía y le recibo en mi pecho para alimento y salud de mi alma, con todo eso, ¡cuántas veces me faltan los afectos, por ser muy tibio mi fervor y muy lánguida mi fe! ¡Cuántas veces, aunque esté en su presencia y le tenga dentro de mi, hállome distraído, helado, duro e insensible! Pero lo que más me aflige es ver cuán fácilmente pueda desamparar a ese Corazón amabilísimo, y hacerme indigno de su amor.

Tened, pues, compasión de mí, Santos gloriosos: rogad a ese Corazón santísimo que siempre que acuda a visitarle en la Sagrada Eucaristía, atraiga a sí mi corazón con todos los afectos y sentimientos; y que siempre que le reciba dentro de mi pecho, se digne iluminar mi entendimiento con sus enseñanzas, y encender mi voluntad con el fuego de su divino amor, para que a Él solo ame, y en Él solo espere; y mucho más que en mí mismo, viva en el Corazón Sagrado de mi Dios, único señor y dueño de mi corazón. No dudo, santos protectores míos, que por vuestra intercesión alcanzaré estas gracias, si las apoya la Reina de todos los Santos y Madre mía amantísima. Sí, dulcísima Virgen María, presentad ante el divino acatamiento, y apoyad con vuestra poderosa protección estas mis humildes súplicas; y entonces lograré amar en esta vida, a imitación de los Santos, y alabar en la otra, en su compañía, el amorosísimo y santísimo Corazón de mi dulce Jesus. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954


jueves, 3 de octubre de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de octubre.

¡Oh Corazón infinitamente amable, y con todo eso tan poco amado y conocido de los hombres! ¿Quién jamás habría creído que, habiéndote dignado vivir entre nosotros en la adorable Eucaristía, hallándote presente a un mismo tiempo en tantas iglesias, estando noche y día en nuestros sagrarios exhalando ternísimos afectos de amor para con nosotros, te dejaríamos horas y días enteros en tanta soledad, sin hacer caso de las cariñosas voces con que nos convidas a que te visitemos, siquiera de paso y una vez al día? ¡Oh detestable y monstruosa ingratitud la nuestra! ¡Oh Corazón verdaderamente divino!, pues aunque te ves olvidado, mal correspondido, y tan indignamente tratado, no obstante eso, en lugar de desterrarte de nuestros altares, y descargar sobre nosotros las terribles venganzas que teníamos bien merecidas, continúas en esa soledad, manso y humilde, y tan enamorado de los hombres, que tienes puestas tus delicias en estar en medio de nosotros. Y no satisfecho aún tu amor, día y noche te ofreces aquí por víctima de nuestros pecados, e intercedes con tu Eterno Padre en favor nuestro, moviéndole a derramar sobre nosotros tantas bendiciones espirituales y temporales como de su liberal mano continuamente recibimos.

Por eso, deseoso de corresponder a tal exceso de caridad, y de resarcir en alguna manera tan enorme ingratitud, propongo, oh Corazón amabilísimo, redoblar en este mes las oraciones ante tu acatamiento divino, unirme a ti a menudo con todos mis sentimientos y afectos cada hora, y aun con mayor frecuencia recibirte espiritualmente. Dígote con el más vehemente fervor de mi espíritu, que quisiera ver a todos los hombres humildemente postrados ante tu soberana Majestad; y que todos los corazones te amasen, y todas las voluntades se sujetasen a tu querer con el mayor rendimiento. A este fin propongo visitarte con frecuencia, y cuando me sea forzoso apartarme de ti para acudir al cumplimiento de mis obligaciones, rogaré, y desde ahora para entonces ruego al Ángel de mi guarda que supla mis veces y quede en mi lugar hasta que vuelva a visitarte. Rogaré también, y desde ahora ruego a los Santos cuyas imágenes y reliquias se veneran en esta iglesia, que, bajando del cielo, se postren en tu presencia, y en nombre mío te adoren, amen, alaben y presenten el Corazón amorosísimo de la Virgen Santísima, que tanto te agrada. Acepta estos mis humildes obsequios, Corazón dulcísimo de mi amado Jesús, y así como me has dado gracias para hacerte estos ofrecimientos, dámela también para cumplir fielmente lo prometido y adorarte por siglos eternos en el cielo. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach.
Edición de 1954.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de septiembre

Eterno Dios, creador y conservador de todas las cosas: yo, pecador indigno, me postro ante el trono de vuestra soberana Majestad y por medio del Sagrado Corazón de vuestro Hijo Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, os adoro por todos los hombres que no os adoran, os amo por todos los que no os aman, y por todos los que voluntariamente ciegos rehúsan conoceros, os reconozco y confieso por verdadero Dios, único y supremo Señor de cielos y tierra. 

¡Ojalá pudiese yo satisfacer la estrechísima obligación que tienen todos los hombres de alabaros, amaros y rendirse enteramente a vuestra santísima voluntad! ¡Ojalá pudiese yo recorrer todas las partes del mundo, reunir todas las almas redimidas con la sangre preciosa de vuestro Hijo, y abrazándolas con entrañas de verdadera caridad, ofrecéroslas todas dentro del Corazón santísimo de mi Jesús, reparar las injurias que os han hecho, y por los méritos de este Corazón amantísimo, alcanzar la salvación de todas ellas. No permitáis, oh Padre Celestial que sea por más tiempo ignorado de ellas vuestro Hijo unigénito. Sumidas están muchas en el abismo del pecado y muertas a la gracia: haced que resuciten a nueva vida, viviendo por Jesús, que murió y vertió por ellas su preciosísima sangre. Con ese Corazón sagrado presento también a vuestra Majestad todos los que le son devotos, y os pido que los llenéis de su espíritu y les concedáis estar con Vos eternamente. Otorgadme, os ruego, todas estas gracias, no mirando a la indignidad del que os las pide, sino a vuestra  infinita misericordia, y a los méritos de vuestro Hijo santísimo.

Mas ¿quién podrá corresponder a tantos beneficios como me habéis hecho, y a tantos otros que espero recibir de Vos en adelante, oh Jesús mío? Confieso que nada puedo y nada soy: deseoso, con todo de agradecer en alguna manera tantos favores, os ofrezco el Corazón Inmaculado de vuestra Madre amorosísima. Quisiera yo amaros, Jesús mío, con aquella encendida caridad con que os ha amado y ama este purísimo Corazón. Por aquel amor entrañable con que esta Madre tierna os albergó nueve meses en su seno virginal, y alimentó con su purísima leche, concededme, os suplico, una verdadera contrición de mis pecados; para que, limpio mi corazón de toda mancha, logre amaros, alabaros y gozar de Vos eternamente en la gloria. Amén.


"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach.
Edición de 1954.

miércoles, 31 de julio de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de agosto.

Dichosísima Virgen María, que, a impulsos del divino amor, rendiste tu alma purísima entre los brazos y en el Corazón de tu dulcísimo Hijo; soberana Princesa, que entrando triunfante en el cielo, fuiste no sólo coronada por Reina y Señora de los ángeles y hombres, sino también constituida dispensadora y árbitra de los tesoros del Sagrado Corazón de Jesús: desde ese trono de gloria que ocupas, vuelve, te ruego, tus benignísimos ojos hacia mí, pecador miserable, y presenta a tu Hijo santísimo la humilde súplica que hoy te dirijo.

Ya sé, Madre y Señora mía, que son muy pocos los días de mi peregrinación en este valle de lágrimas, y que, cuando menos lo piense, vendrá la muerte a darme el último asalto, y poner fin a mi vida. Sujétome con humildad a golpe tan crudo, y con entera resignación dejo en manos de la divina providencia el día, la hora y demás circunstancias de mi muerte. Mas, ¡ay, en qué peligros y congojas me van a poner la memoria de mis desórdenes pasados, la vista de mis pecados presentes, y la incertidumbre de mi eterna salvación! Mi único amparo y consuelo, en medio de tantas angustias y temores, sería el Corazón Sagrado de tu Hijo santísimo, si lograse la dicha de recibirle dignamente en la Santa Eucaristía. Lanzaría todas mis iniquidades al fondo de aquel piélago de misericordia; ofrecería al Eterno Padre aquella víctima inmaculada; y así podría alegar siquiera este mérito para la salvación eterna de mi alma. Recordaría al Corazón de mi dulce Jesús las congojas, dolores y tormentos que padeció para salvarme; le pediría que me encerrase allá dentro de su Corazón y consumiese mis defectos en las llamas de su amor ardentísimo; y allí, asegurado de las asechanzas del enemigo infernal, y confiado en la misericordia infinita de mi Redentor, moriría gustoso, unido y estrechamente abrazado con Él. Pero, ¡ay!, después de tantas comuniones tibias e indignas como he hecho en mi vida, ¿mereceré yo tan grande favor? Alcanzádmelo. Señora y Madre mía, pide a tu Hijo Santísimo que me conceda recibir su Corazón en el santo Viático, antes de morir. Y si en castigo de mi tibieza y poco aparejo para las comuniones de mi vida, me viere privado de un consuelo y favor tan grande en la muerte; haz por lo menos que expire haciendo fervorosos actos de fe, esperanza y caridad, e invocando el Santísimo Corazón de Jesús y el tuyo purísimo. Nada te negó jamás tu Hijo: ruega, pues, por mí, y no habré inútilmente confiado en la que es la Madre, refugio y amparo de pecadores. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R P. José Mach
Edición de 1954

lunes, 8 de julio de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de julio

Yo os adoro, Sagrado Corazón de Jesús, templo santísimo del Eterno Padre, verdadera y del todo digna morada del Espíritu Santo, tesoro infinito de la divinidad; yo os saludo, manantial vivo y vivificante de eterna vida; origen y principio de toda virtud; yo os bendigo y alabo, oh riqueza incomprensible y ardiente fragua del divino amor. 

Vos sois en ese adorable Sacramento la fuente de toda consolación y dulcedumbre; el asilo y descanso en todas nuestras tribulaciones y angustias; la salud y sostén de los que en vos esperan; guía fiel y única felicidad de los que de veras os aman. Sed, pues, oh Corazón divino, de aquí en adelante el lugar de mi reposo, el refugio seguro contra el furor de mis enemigos. Halle en Vos mi perpetua morada; y si alguna vez, saliéndome de ella, me descarriare, llamadme al punto hacia Vos, disparando a mi pecho una flecha de ese fuego amorosísimo, para que, con el amable freno de tan dulce herida, nunca jamás vuelva a separarme de Vos.

Pero, ¡ay, cuántas veces me disteis amorosa acogida en ese vuestro amabilísimo Corazón, y yo desleal me salí de él, y huyendo lejos de vos, olvidé vuestras caricias, y correspondí a vuestras finezas con la más obstinada ingratitud! Así os lo confieso, dulce Jesús mío; mas vedme aquí que vuelvo a Vos, pesaroso y arrepentido de mi enorme infidelidad, protestando y confiando que he de vivir siempre en Vos; y que Vos seréis en adelante el único blanco de todos mis afectos y pensamientos, y vuestra voluntad la única norma de mis operaciones. ¿Me negaréis, Corazón amabilísimo, esta gracia? Yo la deseo ardientemente; y a Vos os es muy fácil otorgármela. No la merezco, es verdad; pero la merece y pide por mí vuestra Madre Santísima, y os la pide por su Corazón purísimo, tan unido y semejante al vuestro, por aquella espada de dolor de que fue atravesado en vuestra Pasión, por aquel ardiente fuego de amor ternísimo para con nosotros, que en él encendisteis.

"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954

miércoles, 5 de junio de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de junio y Octava del Corpus.

¡Hasta qué exceso ha llevado vuestro amor, Corazón dulcísimo de mi amado Jesús!

No contento con estar en la Sagrada Eucaristía, aguardando
 a que vayamos a visitaros, para derramar sobre nosotros todas vuestras riquezas y hacernos felices, os dignáis salir en público a buscarnos; y trayéndonos a la memoria la caridad inefable con que nos amáis, nos invitáis amorosamente a que os acompañemos y cortejemos en estos solemnes días.

¡Cuál debería ser el júbilo de mi corazón, viéndoos colocado, como en trono de gloria, sobre nuestros altares, y llevado en triunfo por nuestras calles y plazas! Deseabais tener el consuelo de vernos a todos en nuestra presencia; y como hay tantos ingratos que no os visitan en los templos, salís ahora de esos vuestros palacios para tener siquiera el gusto de verlos y mirarlos con benignísimos ojos en las calles. ¿Y cómo podré yo corresponder a tanta bondad? ¡Que no sea yo dueño de todos los corazones, para mostrarnos mi gratitud con el entero sacrificio de todos ellos! ¡Que no pueda yo acompañaros en todas las partes en donde os halláis, y cortejaros con los más finos obsequios de fe, adoración y amor! ¡Oh! ¡Si lograse conducir ante vuestro acatamiento a todos los que no creen en vuestra real presencia, y hacer que, ilustrados con la luz de la fe, se convirtieran, y os reconocieran por el verdadero Hijo de Dios hecho hombre! ¡Ah! ¡Si yo pudiese con las más profundas humillaciones, con el dolor más agudo y penetrante, y aun a costa de mi mismo aniquilamiento, impedir, o por lo menos resarcir todas las injurias, irreverencias y ultrajes que os irrogan aquellos a quienes amáis con tanta ternura! Mas ya que esto no me es posible, ruégoos, oh espíritus celestiales, escogidos por dicha vuestra para obsequiar al Corazón de mi dulce Jesús, ruégoos que en mi nombre le acompañéis y cortejéis doquiera en ese adorable Sacramento. Sí; amadle, glorificadle, alabadle continuamente por mí; y en desagravio de tanta ingratitud, presentadle el amorosísimo Corazón de María, y los humildes y amantes corazones de tantos buenos hijos suyos, en quienes deliciosamente se complace.

Y vos, oh Corazón dulcísimo de mi amado Jesús, haced que se desprenda de ese volcán de fuego, que arde en vos, una viva centella de amor, que ablande y derrita el hielo de nuestros corazones insensibles, y los abrase en las llamas de la más pura caridad, y del más generoso agradecimiento para con un Corazón que desde toda la eternidad nos ama con tan desmedida terneza. Hacedlo, dulce Jesus mío: tiempo es ya de que reinéis en toda la redondez de la tierra; tiempo es ya de que se dilate vuestro reino, se aumente vuestra gloria, y de los corazones de todos los hombres se forme un solo corazón, que os conozca, honre y ame, como un solo corazón os honrarán y amarán los bienaventurados en el cielo, reinando por vos y con vos por siglos infinitos. Amén.


"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954


jueves, 30 de mayo de 2019

Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Hoy se cumplen exactamente cien años de un acto trascendental para nuestra nación: la Consagración de nuestra querida España al Sagrado Corazón de Jesús.  Tan significativo acto tuvo lugar el 30 de mayo de 1919 en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península ibérica, donde se erigió el monumento en honor al Sagrado Corazón de Jesús, que fue construido gracias a las aportaciones económicas de miles de españoles.

En la columna que sustenta la imagen de Nuestro Señor aparecen las palabras:
"Reino en España", alusivas a la promesa que el Sagrado Corazón de Jesús realizó al Beato Bernardo de Hoyos, según la cual, reinaría en España con más veneración que en otras partes.

La estatua de Nuestro Señor fue una donación costeada individualmente por Don Juan Mariano de Goyeneche, Conde de Guaqui y Grande de España, embajador de Perú ante la Santa Sede. A través de este gesto tan generoso, quiso honrar al Sagrado Corazón de Jesús y, al mismo tiempo, manifestar la gratitud de Perú a la católica España que "nos civilizó con la fe de Cristo y con la moral del Evangelio".

A los pies del monumento aparecen dos grupos escultóricos.

El grupo escultórico de la izquierda representa a la Humanidad santificada reuniendo las imágenes de Santa Margarita María Alacoque, San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, Santa Gertrudis, el Beato Bernardo de Hoyos y San Juan Evangelista.

El segundo grupo alude a la Humanidad que tiende a santificarse y plasma la forma de llegar al cielo mediante el arrepentimiento, la práctica de la humildad, del amor y de la caridad.


Relatan los historiadores que el Rey Alfonso XIII aceptó la petición de consagrar España al Sagrado Corazón de Jesús, sin ceder a las presiones que sufrió para que no lo hiciera. Fue el propio monarca quien, días después, confió al Padre Mateo Crawley-Boevey(*), que una delegación de la francmasonería le había propuesto la introducción de varias leyes anticatólicas en nuestro país, propuesta que fue fulminantemente rechazada por nuestro monarca. Este rechazo le supuso la pérdida del trono en 1931 y el inicio de un período revolucionario que tan graves consecuencias acarreó a nuestra nación. El monumento fue destruido por los revolucionarios en 1936, para ser reconstruido años después y seguir recibiendo la visita de miles de fieles devotos.


Vista del Cerro de los Ángeles, 30 de mayo de 1919.

Sus Majestades los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.


En aquella jornada del 30 de mayo de 1919, fue el nuncio de Su Santidad, Francesco Ragonesi, el encargado de bendecir el monumento, y Don Prudencio Melo, arzobispo de Madrid, quien presidió la Santa Misa. Tras la lectura del mensaje enviado para la ocasión por Su Santidad el Papa Benedicto XV, el nuncio impartió la bendición papal y se procedió a exponer solemnemente el Santísimo Sacramento. 











Fue este un momento de gran emoción en el que la multitud de fieles, junto a las autoridades religiosas, civiles y militares asistentes, se arrodillaron ante Nuestro Señor. En medio del respetuoso silencio, comenzó a escucharse la voz de nuestro monarca, Su Majestad el rey Alfonso XIII, quien de pie y en nombre del pueblo español procedió a la lectura solemne de la oración por medio de la cual, España quedaba consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. 




Recordemos las palabras pronunciadas por el rey Alfonso XIII, 
junto al altar del Monumento y ante Nuestro Señor:

"Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios Hombre, Redentor del mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:
España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la religión y en su adhesión a la monarquía.
Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.
Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de Vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.  
Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.
Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.
Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacífica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.
Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas, sean siempre salvaguardia de la nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón adorable. Así sea". 




Fotos: Google

Fue, sin duda, una jornada histórica que los asistentes jamás podrían olvidar, y que cien años después, es celebrada por la Diócesis de Getafe, a la cual la Santa Sede ha concedido un Año Jubilar que comenzó el pasado 2 de diciembre y culminará el 24 de noviembre del presente año.

No desaprovechemos esta ocasión para profundizar en los mensajes del Sagrado Corazón de Jesús, practicando devociones como los Nueve Primeros viernes de mes, consagrando nuestros hogares y nuestras familias a Su Sagrado Corazón. ¡Qué excelente ocasión para entronizar al Sagrado Corazón de Jesús en nuestros hogares y en nuestros corazones! Corren tiempos turbulentos en España y en la Iglesia, por ello, no olvidemos rezar por el Santo Padre, obispos y sacerdotes, así como por la conversión de nuestros gobernantes y por nuestra propia conversión.

Cien años desde aquel acontecimiento constituyen un período de tiempo inmenso para nosotros, sin embargo para Dios supone un breve instante en medio de la eternidad; un momento que junto a otros muchos a lo largo de los siglos nuestra nación ha protagonizado como defensora de la fe católica. En medio de la crisis moral que atravesamos, pidamos la protección de Su Sagrado Corazón, lleno de bondad y de misericordia, para que por intercesión del Inmaculado Corazón de María, nuestra nación deje de ser la España caótica de la actualidad y se transforme en la España católica que siempre glorificó a Dios a través de la defensa de la fe.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.


Foto: María Luz Gómez


(*) El Padre Mateo Crawley-Boevey (1875-1960), religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones, es conocido como el apóstol mundial del Sagrado Corazón de Jesús. A él se debe una de las más populares devociones al Sagrado Corazón de Jesús: la entronización de Su imagen en los hogares, como modo de recristianizar la sociedad. Viajó por todo el mundo inculcando esta práctica. Predicador incansable, realizó cinco giras por España, logrando la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en infinidad de familias y pueblos. Ello culminó con la construcción del monumento de El Cerro de los Ángeles y la solemne Consagración de España, realizada el 30 de mayo de 1919. Pronunció las conferencias del Triduo preparatorio a dicha entronización oficial. Como promotor de este acontecimiento tan significativo, días después, fue recibido por Su Majestad el Rey Alfonso XIII, que le agradeció su importantísima labor.

viernes, 10 de mayo de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de mayo y fiestas de la Virgen

Purísima Virgen María, Madre verdadera de Dios, Madre, Señora y Abogada mía amantísima: 
permitid que en este mes, singularmente dedicado a vuestro honor y culto, me consagre a vuestro Corazón amorosísimo, y os pida, con amor y confianza de hija, que me deis en él material acogida, para que en esa escuela aprenda una devoción sólida y constante al Corazón sagrado de vuestro dulcísimo Hijo.


¡Vos vivisteis en él con vuestros afectos y pensamientos los días todos de vuestra vida!

¡Tuvisteis tantas veces la dicha de allegarle tiernamente a vuestro Corazón con vuestros abrazos, para dar de este modo salida y refrigerio al incendio de vuestro amor!

¡Vos, al recibir a vuestro Hijo santísimo en la Sagrada Eucaristía, sentíais vuestro Corazón derretido y transformado en el suyo! Pues ¿qué no se podrá prometer este mi apocado corazón, si halla acogida en el vuestro? Allí aprenderá a ser manso y humilde, a orar con devoción y recogimiento, a sufrir con paciencia y aun con alegría las tribulaciones, cruces y trabajos de esta vida, a evitar hasta las culpas más leves, a practicar las virtudes más heroicas; de manera que, trocándose este mi corazón de tibio en fervoroso, y encendiéndose cada día más y más en el amoroso fuego en que arde el vuestro, no acierte a separarme ni alejarme de Vos; y así, con vuestro purísimo Corazón ame al de vuestro Santísimo Hijo. Abridme, pues, Madre y Señora mía, ese vuestro Corazón, abismo de amor y de clemencia; haced que prenda en mí ese fuego sagrado, y se avive en mi pecho de manera que llegue a consumirme y a quitarme la vida el puro amor al Corazón santísimo de mi amado Jesús. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R. P. José Mach.
Edición de 1954


domingo, 21 de abril de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de abril y tiempo pascual

 ¡Oh Religión santa, qué consoladores misterios nos presentas en estos días!

Tú que me enseñas que, si logro salvarme, vendrá tiempo en que, volviéndose a unir mi alma con este mismo cuerpo mío, no ya corruptible y asqueroso como es ahora, sino incorruptible y bellísimo, resucitaré a mejor vida, y veré con estos mismos ojos a mi Redentor, a mi Amado Jesús resucitado, que riena ya triunfante en los cielos. Tú me dices que veré sus amorosas llagas, y aquel Corazón y rostro amabilísimos que llenan los cielos de júbilo, y se me encubren ahora debajo de las especies de pan y vino. ¡Oh, cuándo vendrá el dichoso día, en que podré recibir en mi pecho las llamaradas de aquel incendio sagrado! ¡Cuándo será que, uniéndose corazón con Corazón, se encienda en el mío un fuego tan dulce y vehemente, que lo deje embriagado y como derretido de puro gozo! ¡Oh, llegue cuanto antes tan venturoso día!...¡Ay de mí, que yo lo retardo con mis infidelidades, y puedo aún por mi culpa perder tan inefable felicidad! Esto es, Jesús mío, lo que en medio de mis esperanzas me llena de amargura y desconsuelo.

Por tanto, acordaos de mí en la presencia de vuestro Padre celestial: mostradle ese dulcísimo Corazón, que obró la eterna salud de mi alma. Esconde en él este mezquino corazón mío, que amasteis desde toda la eternida, y a quien tanto amáis aún, a pesar de mi indignidad e ingratitud. Esto solo bastará para que cesen mis angustias y se apacigüen mis temores. Avivad mi fe y alentad mi esperanza, haciendo que viva yo enteramente desasido de todas las cosas de este mundo.

Concededme que, así como vuestra Madre Santísima, después de vuestra Ascensión, ardía en deseos de contemplaros, y de sumirse y abismarse en el piélago de dulzuras de vuestro Corazón adorable, así yo, a ejemplo suyo, desee únicamente vivir para Vos solo, y unir a vuestro Corazón amorosísimo este mi corazón tan frío y tan ingrato a vuestras finezas y ternuras. Amén.


"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954

jueves, 28 de febrero de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de marzo y tiempo de Cuaresma

Llagas sacratísimas, Sangre preciosa, Cruz adorable:

¡Oh, cuán vivamente me representáis en estos días aquel abismo de padecimientos y de amor, aquel Corazón divino de mi dulce Jesús, que despierta en mí afectos de la compasión más tierna y una contrición amarguísima de todas mis iniquidades!

¡Quién podrá, Jesús mío, explicar con palabras, o llegar siquiera a concebir el incendio de amor en que se abrasaba vuestro Corazón sagrado, cuando, a fin de que yo me salvase, os hizo sujetar vuestras purísimas carnes a tantos y tan crueles azotes; entregar vuestra sagrada cabeza, para que fuese taladrada con agudísimas espinas; dar vuestros pies y manos, para ser horadados con duros clavos; y estar tres horas pendiente en la cruz, padeciendo los más horribles dolores y la más cruel agonía! ¡Y no satisfecho aún vuestro amor con tantos tormentos, ignominias y dolores, quisisteis que os abriesen el Corazón con una lanza, y os complacéis aún en renovar cada día en innumerables lugares la memoria de pasión tan acerba en el sacrificio incruento de la Misa!

¡Oh, quién  me diese que se trocaran mis ojos en fuentes de lágrimas para llorar mi ingratitud a tan inefables beneficios! Por lo menos vos, oh María, madre afligidísima, que tanto padecisteis en la pasión y muerte de vuestro amantísimo Hijo, abogad por mí ante el divino acatamiento, encended en mi frío corazón el fuego purísimo de vuestra caridad, y alcanzadme una perfecta mortificación de mis sentidos y pasiones desordenadas, y un grande amor a la cruz. Decid a vuestro santísimo Hijo que estoy resuelto a acompañarle en sus trabajos, y que, a vista de tantos excesos de amor, me cubro de vergüenza, pues ni siquiera le amo con todas las fuerzas de mi menguado corazón. A lo menos haced que nunca retracte yo esta mi voluntad de amarle; meted, os ruego, dulcísima Madre mía, este mi corazón en el vuestro y en el suyo, para que, inflamado con un ardiente deseo de padecer y de amar, no viva ya en mí, sino en vos, y en el amabilísimo Corazón de vuestro Hijo Jesús. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954

jueves, 31 de enero de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de febrero y días de carnaval


¡Corazón amantísimo y afligidísimo de mi Amado Jesús! 
Vos andáis buscando quien os consuele en estos días, dignándoos estar expuesto en nuestros altares, para mostrarnos que aun en estos días, profanados con tantos desórdenes y crímenes, conserváis para con nosotros sentimientos no de ira y de venganza, como mereceríamos, sino de benignidad y misericordia.

Correspondiendo a vuestra invitación amorosa, vengo yo también a unirme con vuestros fieles siervos, deseosa de mitigar con ellos la vehemencia de vuestras angustias y congojas, y resuelta a vivir en este mes refugiada dentro de Vos. Permitid que me humille ante vuestro acatamiento divino, en compañía de serafines que os están haciendo aquí la corte, y llore con ellos los muchos agravios que yo os he hecho, y los que tantos otros cometen contra Vos. ¡Ojalá pudiera yo impedirlos, aunque fuese a costa de mi sangre! ¡Por cuán bien empleada la daría, a trueque de que Vos, oh Bien mío, no fueseis ofendido! Por lo menos, en reparación de tantas blasfemias y pecados como se cometen en estos días, aceptad todas cuantas alabanzas os tributan los ángeles y bienaventurados, y el Purísimo Corazón de María Santísima, que os ama y glorifica más que todos ellos juntos. Aceptad vuestros mismos merecimientos infinitos, y todas cuantas Misas se ofrecen en la universal Iglesia. A todas quisiera asistir personalmente, para alcanzar de Vos, oh fuente de amor, de piedad y de misericordia, la conversión de los pecadores y la perseverancia de los justos; dadnos a mí y a todos una vehemente contrición de nuestros pecados, para que, entablando una nueva vida, os honremos y alabemos en el tiempo y en la eternidad. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954

jueves, 10 de enero de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús - Enero (para dar principio al año)

A Vos vengo, Corazón dulcísimo de mi Amado Jesús, y al veneraros en ese adorable Sacramento, acordándome de aquel amor ternísimo con que recién nacido ofrecisteis por mí al Eterno Padre las primeras gotas de vuestra sangre divina, vengo a consagraros todos los días y momentos de este nuevo año, entregándoos mi pobre corazón y todo cuanto hay en mí. 

¡Oh, quién viviese todo este año santamente sin ofenderos, reparando así las innumerables injurias que se os hacen! ¡Qué dichosa sería yo, si lograse obrar siempre con la única mira de vuestra gloria, en imitar aquella purísima intención que Vos teníais durante vuestra vida mortal en todas vuestras acciones! Este es el único blanco de mis deseos, oh Corazón amorosísimo, y con vuestra divina gracia, ésta será la única regla de todas mis intenciones, acciones y operaciones. Ofrézcoos, pues, con esta sola mira de agradaros y glorificaros, todos mis pensamientos, palabras y obras, todo cuanto os pluguiere que yo padezca en este año, y todas mis cosas, por mínimas que sean.

Abomino y detesto el pecado, con firme resolución de no cometer jamás ninguno, mediante vuestra divina gracia. De Vos espero, oh Corazón amabilísimo, que purificándome cada día más y más con ese celestial fuego de vuestro puro amor, e inflamándome con sus vivas llamas, me alcanzaréis la pureza de corazón, y una intención recta y constante de agradaros en todo. Despachad favorablemente, oh Corazón Sagrado, estas mis súplicas, y aceptad y confirmad estos mis ofrecimientos y propósitos: os lo pido por el Inmaculado Corazón de María, y suplico a esta vuestra Madre Santísima, por aquellos dulcísimos abrazos  que os daba en vuestra infancia, que os dé anticipadamente las gracias en nombre mío por tan señalado beneficio, mediante el cual os alabaré y glorificaré en esta vida, y después con todos los Santos eternamente. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R. P. José Mach
Edición de 1954

viernes, 4 de enero de 2019

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús


Sagrado Corazón de Jesús, OS CONSAGRO MI CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU para que purifiquéis mis tres potencias con vuestras adorables virtudes.

Sagrado Corazón de Jesús, os consagro MI VIDA para morar en los aposentos de vuestro Divino Corazón porque ellos son el camino de salvación, santidad, perfección, conformidad y unidad con vuestra Divina Voluntad.

Sagrado Corazón de Jesús, os consagro TODO MI SER porque en vuestro Divino Corazón quiero amar, respirar y vivir.

Sagrado Corazón de Jesús, os consagro MI CORAZÓN; sumergidlo en el vuestro, porque en Él encontraré la luz, la fuerza, el verdadero consuelo.

Sagrado Corazón de Jesús, os consagro MI ESPÍRITU para que no cese nunca de pensar en Vos.

Sagrado Corazón de Jesús, os consagro MI ALMA para que sea toda vuestra

Inmaculado Corazón de María, sois vos la que habéis unido mi corazón al Corazón de Jesús.

Asistidme siempre a fin de que le sea fiel en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

Consagración personal diaria al Sagrado Corazón de Jesús


¡Sacratísima Reina de los cielos y Madre mía amabilísima!

Yo (N.N.) aunque lleno de miserias y ruindades, alentado sin embargo con la invitación benigna del Corazón de Jesús, deseo consagrarme a Él; pero conociendo bien mi indignidad e inconstancia, no quisiera ofrecer nada sino por tus maternales manos, y confiando a tus cuidados, el hacerme cumplir bien todas mis resoluciones.

Corazón dulcísimo de Jesús, Rey de bondad y amor, gustoso y agradecido acepto con toda la decisión de mi alma ese suavísimo pacto de cuidar Tú de mí y yo de Ti, aunque demasiado sabes que vas a salir perdiendo. Lo mío quiero que sea tuyo; todo lo pongo en tus manos bondadosas: mi alma, salvación eterna, libertad, progreso interior, miserias; mi cuerpo, vida y salud, todo lo poquito bueno que yo haga o por mí ofrecieren otros en vida o después de muerto, por si algo puede servirte; mi familia, haberes, negocios, ocupaciones, etc., para que, si bien deseo hacer en cada una de estas cosas cuanto en mi mano estuviere, sin embargo, seas Tú el Rey que haga y deshaga a su gusto, pues yo estaré muy conforme, aunque me cueste, con lo que disponga siempre ese Corazón amante que busca en todo mi bien.

Quiero en cambio, Corazón amabilísimo, que la vida que me reste no sea una vida baldía; quiero hacer algo, más bien quisiera hacer mucho, porque reines en el mundo, quiero con oración larga o jaculatorias breves, con las acciones del día, con mis penas aceptadas, con mis vencimientos chicos, y en fin, con la propaganda, no estar, a ser posible, un momento sin hacer algo por Ti. Haz que todo lleve el sello de tu reinado divino y de tu reparación hasta mi postrer aliento, que, ¡ojalá! sea el broche de oro, el acto de caridad que cierre toda una vida de apóstol fervorosísimo. Amén.


lunes, 26 de noviembre de 2018

Las reliquias de Santa Margarita Mª de Alacoque visitan Madrid

En este mes de noviembre que nos anuncia la próxima llegada de un año nuevo muy significativo, los habitantes de Madrid hemos contado con la presencia de las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, religiosa francesa del siglo XVII, que perteneció a la Orden de la Visitación de María y que tuvo la dicha de recibir las visiones del Sagrado Corazón de Jesús.

 Santa Margarita María Alacoque
Huérfana de padre a la edad de ocho años, sufrió junto a su madre y a sus hermanos en manos de unos parientes que controlaron y administraron toda su herencia, si bien como joven de buena posición, también disfrutó de las diversiones y fiestas inherentes a su posición privilegiada, experiencia que le sirvió para reflexionar sobre la frivolidad y la vanidad tan presentes en la vida mundana. 

Siendo niña demostró una intensa devoción al Santísimo Sacramento permaneciendo innumerables horas en adoración. Su frágil salud la acercó todavía más si cabe a la oración, ofreciendo sus sufrimientos a Nuestro Señor y a la Santísima Virgen. Pronto se manifestó en ella la vocación religiosa, prometiendo a los nueve años de edad dedicar su vida a Dios y haciendo voto secreto de castidad.

Decidida a abrazar la vida religiosa, ingresó en el convento de Paray-le-Monial a la edad de 24 años y, poco tiempo después, comenzó a recibir las primeras apariciones de Nuestro Señor en los primeros viernes de mes, durante dos años. El día 27 de diciembre de 1673 tuvo la primera manifestación del Corazón de Cristo, cuando oraba ante el Santísimo Sacramento, pero dejemos que sea Santa Margarita quien nos lo explique con sus propias palabras:

Me encontré toda penetrada por Su divina presencia, olvidándome de mí misma y me abandoné a este Espíritu, entregando mi corazón a la fuerza de Su Amor. Me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de Su Amor y los secretos inexplicables de Su Corazón Sagrado, que hasta entonces me había tenido siempre ocultos...Él me dijo: "Mi divino Corazón está tan apasionado de amor por los hombres, y por ti en particular, que no pudiendo ya contener en sí mismo las llamas de su caridad ardiente, le es preciso comunicarlas por tu medio, y manifestarse a todos para enriquecerlos con los preciosos tesoros que te descubro, los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía". Me pidió después el corazón, y yo le supliqué que lo tomase. Lo cogió e introdujo en su Corazón adorable, donde se consumía como en un horno encendido, lo sacó de allí cual si fuera una llama ardiente en forma de corazón y volvió a ponerlo en el sitio de donde lo había cogido. Después de un favor tan grande, y que duró por largo espacio de tiempo, sin saber si estaba en el cielo o en la tierra, quedé por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de mí, que no podía reponerme, tal era la plenitud de Dios que en mí sentía.




Nuestro Señor le concedió a Santa Margarita la gracia de un dolor en su costado que se renovaría cada primer viernes de mes y la instituyó como "discípula muy querida de mi Sagrado Corazón". Fue un día del año 1675, durante la octava del Corpus Christi, cuando nuestra protagonista recibió la visión de Nuestro Señor descubriendo Su Divino Corazón, rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida de la cual manaba sangre y de cuyo interior emergía una cruz. Señalándolo con Su mano, le dijo:
"He aquí este Corazón, que ha amado tanto a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor...Por esto, te pido que sea dedicado el primer viernes después de la octava  del Santísimo Sacramento a una fiesta particular para honrar  mi Corazón, comulgando en ese día y reparando su honor por medio de un respetuoso ofrecimiento, a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que ha estado expuesto en los altares. Te prometo también que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre los que le rindan este honor y los que procuren que le sea tributado".



Nació de este modo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que se ha extendido a toda la cristiandad gracias a nuestra protagonista. Si bien Santa Margarita fue ejemplar en el cumplimiento de sus obligaciones, sufrió enormemente a causa de los ataques del maligno y las incomprensiones que despertó en su entorno, pero encontró enorme consuelo en la figura de su director espiritual, el religioso jesuita San Claudio de la Colombière, quien inmediatamente se percató de la veracidad de sus revelaciones y de su santidad. Por orden suya, Santa Margarita escribió todas las revelaciones recibidas.

 San Claudio de la Colombière
Siguiendo el plan de Nuestro Señor Jesucristo para difundir la devoción a su Sagrado Corazón, Santa Margarita fue nombrada Maestra de Novicias y asistente de la Superiora, pero no fue en vida de nuestra protagonista cuando se reconocería dicha devoción. Enferma a los 43 años de edad, entrega su alma a Dios un 17 de octubre de 1690, expresando durante su agonía: "No necesito más que a Dios solo y abismarme en el Corazón de Jesucristo".

Ella, que siempre había ansiado permanecer en el eterno olvido de las criaturas, es hoy conocida y venerada en todo el mundo cristiano, apareciendo su figura ante nuestros ojos, a los pies de su Divino Dueño. Tres años después de su muerte, el Papa Inocencio XIII marcó el inicio a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, siendo extendida su fiesta a toda la Iglesia por el Papa Pío IX, quien también beatificó a nuestra protagonista. Fue canonizada por el Papa Benedicto XV el 13 de mayo de 1920. 

Encontrándonos muy cercanos al año 2019, en que celebraremos el centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, la venida de las reliquias de Santa Margarita María de Alacoque era una cita obligada para todos los fieles, que tuvimos ocasión de venerarlas en el Monasterio de la Visitación, situado en la madrileña calle de Santa Engracia. Como devota que soy del Sagrado Corazón de Jesús, la cita era obligada para mí, máxime tras haber leído, meses atrás, la autobiografía de la santa.

Por ese motivo, en la mañana del sábado 17 de noviembre, encaminé mis pasos hacia el mencionado monasterio para penetrar en su maravilloso y celestial templo, rezar ante el Santísimo Sacramento y pedir la intercesión de Santa Margarita María para alcanzar un amor infinito y abrasador a mi amado Jesús, momentos que me llenaron de paz en medio de las turbulencias del día a día.

La Orden de la Visitación de María fundó su primer monasterio en España el 18 de febrero de 1749, bajo la protección de los reyes Fernando VI y Bárbara de Braganza. La fundación fue realizada por la Casa Madre de la Orden, radicada en el monasterio de Annecy. A las monjas se las denominó "Salesas Reales" y se ocuparon de la instrucción de niñas nobles. A la muerte de los monarcas, la iglesia del convento se convirtió en Panteón Real para ellos.

Rey Fernando VI
Reina Bárbara de Braganza
Las religiosas permanecieron en dicho monasterio hasta su expulsión en 1870, transformándose el edificio en sede del Tribunal Supremo y la iglesia en parroquia, conocida como Iglesia de Santa Bárbara. Años después, en 1883, Doña María del Rosario Wall de Fernández de Córdoba sufragó la edificación de un nuevo monasterio, conocido como Primer Monasterio de la Visitación, y en cuyo templo han sido expuestas las reliquias de Santa Margarita María en su visita a la capital.





El mundo de los santos es maravilloso y más maravilloso será disfrutar de su compañía en el Cielo durante toda la eternidad. Es por ello que todos ansiamos contar con su presencia en nuestra vida terrenal, siendo sus devotos, venerando sus reliquias y solicitando su intercesión ante Dios por nuestras múltiples necesidades espirituales. Doy gracias a Nuestro Señor por la oportunidad brindada de acompañarle, venerando al mismo tiempo las reliquias de quien fue la confidente de Su Sagrado Corazón, en un templo en el que se recibe tanta bendición.

Fotos: María Luz Gómez