Purísima Virgen María, Madre verdadera de Dios, Madre, Señora y Abogada mía amantísima:
permitid que en este mes, singularmente dedicado a vuestro honor y culto, me consagre a vuestro Corazón amorosísimo, y os pida, con amor y confianza de hija, que me deis en él material acogida, para que en esa escuela aprenda una devoción sólida y constante al Corazón sagrado de vuestro dulcísimo Hijo.
¡Vos vivisteis en él con vuestros afectos y pensamientos los días todos de vuestra vida!
¡Tuvisteis tantas veces la dicha de allegarle tiernamente a vuestro Corazón con vuestros abrazos, para dar de este modo salida y refrigerio al incendio de vuestro amor!
¡Vos, al recibir a vuestro Hijo santísimo en la Sagrada Eucaristía, sentíais vuestro Corazón derretido y transformado en el suyo! Pues ¿qué no se podrá prometer este mi apocado corazón, si halla acogida en el vuestro? Allí aprenderá a ser manso y humilde, a orar con devoción y recogimiento, a sufrir con paciencia y aun con alegría las tribulaciones, cruces y trabajos de esta vida, a evitar hasta las culpas más leves, a practicar las virtudes más heroicas; de manera que, trocándose este mi corazón de tibio en fervoroso, y encendiéndose cada día más y más en el amoroso fuego en que arde el vuestro, no acierte a separarme ni alejarme de Vos; y así, con vuestro purísimo Corazón ame al de vuestro Santísimo Hijo. Abridme, pues, Madre y Señora mía, ese vuestro Corazón, abismo de amor y de clemencia; haced que prenda en mí ese fuego sagrado, y se avive en mi pecho de manera que llegue a consumirme y a quitarme la vida el puro amor al Corazón santísimo de mi amado Jesús. Amén.
"Áncora de Salvación"
por el R. P. José Mach.
Edición de 1954
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