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viernes, 28 de agosto de 2020

EL CRUCIFIJO DEL PERDÓN

Aunque este año no he realizado mi peregrinación anual a Lourdes, en estos días de agosto me he trasladado en espíritu a mi destino soñado tal como acostumbraba a hacer mi querida Santa Bernadette desde su convento en Nevers. 

Entre los muchos recuerdos que conservo de mis peregrinaciones a Lourdes, mi vista se detiene en un objeto piadoso que adquirí allí hace justamente un año. Se trata de un crucifijo que, inspirado en el conocido como "Crucifijo del Perdón", presenta en los brazos de la cruz sendos grabados de Lourdes, a modo de precioso souvenir
 
Foto: María Luz Gómez

Muchos se preguntarán cuál es el origen y el significado del Crucifijo del Perdón, por esta razón me dispongo a responder a esa pregunta a través de la siguiente explicación.

CRUCIFIJO DEL PERDÓN DE SAN PÍO X

Durante la Primera Guerra Mundial, el ejército norteamericano distribuyó entre sus soldados multitud de Rosarios, conocidos por ese motivo como "Rosarios de Combate", que habían sido elaborados en 1916. Muchos de los combatientes atribuyeron la salvación de sus vidas al hecho de llevar consigo dicho Rosario, que también fue portado por combatientes de la Segunda Guerra Mundial.

Foto: Google

De este Rosario de Combate americano colgaba el denominado Crucifijo del Perdón, que fue presentado en el Congreso Mariano en Roma en 1904, con la ayuda del Arzobispo de Lyon, Cardenal Coullié y que obtuvo aprobación general. El proyecto de la unión alrededor del Crucifijo del Perdón fue presentado a Su Santidad, San Pío X, por el Eminente Cardenal Vivés, presidente del Congreso.


Crucifijo del Perdón de San Pío X
Foto: María Luz Gómez

En su parte frontal, sobre la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, aparece la inscripción "Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum" o su fórmula abreviada "I.N.R.I.", que traducida del latín significa: Jesús Nazareno Rey de los Judíos.

Foto: María Luz Gómez

En su reverso, en el transverso de los brazos, aparece la frase: "Padre perdónalos", y en la vertical se lee la inscripción: "He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres". Se completa con el motivo del Sagrado Corazón de Jesús grabado en el centro. A los pies de la cruz aparecen una estrella y la letra M, inicial de María, queriendo indicar el lugar que ocupó la Santísima Virgen a los pies de Su Divino Hijo crucificado. 

Existe una versión del Crucifijo del Perdón de la que penden a ambos lados la Medalla Milagrosa y la Medalla de San Benito, aunque lo más común es encontrar la versión más simple en la cual las medallas son suprimidas. Por esta razón en los Rosarios de Combate sendas medallas aparecen añadidas de forma aislada del crucifijo.

Crucifijo del Perdón de San Pío X

Fotos: María Luz Gómez


A quien porte el Crucifijo del Perdón con devoción, siempre que esté bendecido por un sacerdote de acuerdo al Ritual Romano, el Papa San Pío X concedió valiosas indulgencias que paso a exponer a continuación:

  1. Quien porte sobre sí el Crucifijo del Perdón, ganará 300 días de indulgencia cada día.
  2. Cada vez que se bese con verdadera devoción, se ganarán 100 días de indulgencia. 
  3. Quien pronuncie ante el Crucifijo las siguientes invocaciones, ganará cada vez una indulgencia de 7 años y 7 cuarentenas: "Padre nuestro que estás en el cielo, perdona nuestras ofensas como también perdonamos a los que nos ofenden". "Ruego a la Bienaventurada Virgen María, que pida al Señor, nuestro Dios, por mí".
  4. Los habituales devotos del Crucifijo del Perdón, que cumplan las condiciones requeridas, podrán obtener indulgencia plenaria en las siguientes festividades: Viernes Santo; Festividad de las Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo (aunque esta fiesta no se celebra en toda la Iglesia, el Oficio y la Misa están considerados en el apéndice del Breviario y el Misal); Hallazgo de la Santa Cruz (3 de mayo); Festividad de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor (1 de julio); Festividad de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre); Festividad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre); Festividad de los Siete Dolores de la Santísima Virgen María (15 de septiembre).
  5. Cualquier persona que, al momento de su muerte, fortificada por los Sacramentos de la Iglesia,  con corazón contrito, o en la imposibilidad de recibirlos, besando este Crucifijo y pidiendo perdón a Dios por sus pecados y los de sus semejantes, puede ganar una indulgencia plenaria. 

Las indulgencias expresadas son también aplicables a las almas del purgatorio.

En el centenario del Rosario de Combate original de 1916, el Teniente Coronel Cristoph Graf, Comandante de la Guardia Suiza Pontificia, pronunció un discurso el 6 de mayo de 2016, dirigido a los nuevos reclutas que iban a prestar su juramento para ingresar en el cuerpo militar encargado de la seguridad del Papa y de la Santa Sede. En un determinado momento de su discurso, el Coronel levantó en su mano un Rosario de Combate realizado en metal de cañón, al mismo tiempo que pronunciaba las siguientes palabras:

"A principios de este año, un generoso donante nos sorprendió con un regalo. Le envió a la Guardia Suiza el arma más poderosa que existe en el mercado: el "Rosario de Combate". Ahora ha sido asignado a todos los guardias. Es importante que encontremos el camino de la oración, especialmente el rezo del Santo Rosario. Nuestra vida, nuestras obras y nuestras acciones están en las manos de Dios. Sin embargo, esto no significa que podamos rendirnos a las armas y a los ejercicios. Dios nos usa como instrumentos para alejar el mal en algunas situaciones. Por eso, necesitamos la fe en Dios y la oración".
Teniente Coronel Cristoph Graf.
Foto: Google

   

Vídeo donde se puede escuchar al Comandante de la Guardia Suiza.

CRUCIFIJO DEL PERDÓN FRANCÉS

Junto a ese crucifijo que pendía de los Rosarios de Combate americanos, existe también un Crucifijo del Perdón francés, cuyo modelo inspira al crucifijo de Lourdes con el que inicié este escrito.

Crucifijo del Perdón francés
Foto: Google

En la parte frontal aparecen en relieve el Espíritu Santo, los Sagrados Corazones de Jesús y de María y la imagen de la Santísima Virgen a los pies de Nuestro Señor Jesucristo. En su reverso, aparecen las palabras: Cruz, perdón, confianza y misericordia.

Los franceses han querido incorporar este Crucifijo del Perdón a Rosarios inspirados en aquellos primeros Rosarios de combate americanos, creando de este modo un arma de combate espiritual que goza de las mismas indulgencias ya mencionadas.

Foto: Google

"Madre querida, gracias de todo corazón por haber protegido 
a mi esposo durante la guerra (1914-1918).
 Protegednos siempre. En Vos confiamos Reina".
Foto: María Luz Gómez

Siempre que pienso en la Primera Guerra Mundial, viene a mi memoria la placa de agradecimiento que cada año contemplo en Lourdes junto al relicario de Santa Bernadette. En ella, una mujer agradece a Nuestra Señora la protección que brindó a su esposo, gracias a la cual sobrevivió a la Gran Guerra. No sabemos si el caballero en cuestión portaba un Rosario pero lo cierto es que contó con la protección divina para sobrevivir en semejante infierno bélico.

El Crucifijo del Perdón es un sacramental que constituye un verdadero canal de gracias muy beneficiosas para la oración de reparación, intercesión y sanación. Cada vez que lo besamos con amor, reparamos el agraviado Corazón de Jesús.

Son muchos los desafíos que se avecinan y para enfrentarlos necesitaremos una inmensa fe en Dios y confianza en la protección de Nuestra Señora, así como nuestra oración incesante, en especial el rezo del Santo Rosario que constituye el mejor arma para estos tiempos. Y en los momentos de mayor angustia, contemplemos a Nuestro Señor crucificado y abandonémonos confiadamente en Sus manos.

Foto: María Luz Gómez


FUENTES:
romancatholicman.com
mariereine.com
pierinashop.com



viernes, 28 de agosto de 2015

PERDONAR A NUESTROS ENEMIGOS



Hace tiempo, leí un artículo muy interesante sobre el perdón, publicado en la Revista Tierra Santa (Mayo-Junio 2012), cuyo autor es  el teólogo ARIEL ALVAREZ VALDES, del cual, reproduzco a continuación un resumen que considero muy interesante:

Promediaba ya la vida pública de Jesús cuando una tarde, mientras les enseñaba a sus discípulos en Cafarnaún, Pedro le preguntó: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?" (Mt 18,21) Jesús le respondió de un modo inesperado y sorprendente: "No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete." (Mt 18,22).
"Cristo y la mujer adúltera" - Rembrandt
Lo que Jesús quiso decir con esta frase simbólica es que debemos perdonar SIEMPRE, sin poner límites. Que el perdón no debe ser una excepción, o un favor que le hacemos a alguien, sino una actitud o disposición habitual de nuestra vida.

Varias veces enseñó Jesús a sus discípulos que debían perdonar. Y para que no olvidaran esta obligación la dejó inmortalizada en el Padrenuestro, cuando enseñó a pedirle a Dios: "Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden." (Lc 11,4) "Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial los perdonará a ustedes; pero si no perdonan a los hombres, tampoco el Padre perdonará las ofensas de ustedes." (Mt 6, 14-15).

Sin embargo, y a pesar del énfasis que Jesús puso en este mandato, pocas cosas hay que le cueste tanto a los cristianos como perdonar. Y eso se debe a que tienen una idea equivocada sobre el perdón.

PRIMER ERROR: Consiste en creer que cuando uno perdona le hace un favor a su enemigo. En realidad cuando uno perdona se hace un favor a sí mismo. La experiencia nos enseña que cuando tenemos un resentimiento hacia otra persona, somos nosotros los únicos perjudicados, los únicos que sufrimos, y ello nos causa daño, pasando noches sin dormir, envenenando nuestra mente, mientras tanto nuestro enemigo está en paz y no se entera de nada. Es indudable que nuestro enemigo estaría feliz si se enterara del daño que su recuerdo provoca en nosotros. El que perdona gana, no pierde.
SEGUNDO ERROR: Consiste en creer que perdonar significa justificar. Que perdonar es una forma de comprender la actitud del otro, de decir "aquí no ha pasado nada". No es así, a veces es mucho y muy serio lo que ha pasado. Pero si a pesar de ello uno perdona, no es porque cierre los ojos ante lo sucedido. Cuando a Jesús le presentaron a la mujer adúltera, Jesús la perdonó. Pero no justificó su mala conducta. Al contrario. La despidió aconsejándole: "Vete, y de ahora en adelante no pequés más." (Jn 8, 3-11).  Cuando uno perdona, reconoce que el otro ha obrado mal, pero aun así, decide perdonarlo para preservar su propio bienestar interior. Perdonar no es disculpar. No es liberar de culpa al otro, sino que es asumir una higiénica actitud de vida.

TERCER ERROR: Consiste en creer que perdonar implica olvidar. No es así. Jesús nunca pidió a los cristianos que olvidaran las ofensas recibidas. Y ello por una razón muy simple: el olvidar o no algo depende de la memoria que uno tenga. Y la memoria es una facultad que no depende de nuestra voluntad. La experiencia nos demuestra que a veces uno quisiera recordar algo y no puede; y otras veces desearía olvidar ciertas cosas y no lo logra. Por tanto, si alguien tiene buena memoria, recordará siempre las cosas que le sucedieron, especialmente si fueron desagradables, pues el recuerdo de un hecho depende de su carga afectiva; y los hechos desagradables tienen una gran carga de emotividad, por lo que se fijan más en el recuerdo. Por tanto, no podemos imponer el olvido a la voluntad. El hecho de que perdonemos, no significa que olvidemos...A veces incluso conviene no olvidar, para evitar volver a ser herido. Porque quien perdona y olvida, olvida lo que perdona.

CUARTO ERROR: Consiste en creer que perdonar significa volver forzosamente las cosas a como estaban antes del enojo. Que si uno perdonó a un amigo, debe devolverle la amistad; que si alguien perdonó a un empleado infiel, debe devolverle la confianza; que si uno perdonó a alguien con quien convivía, debe aceptarlo nuevamente con él. Eso no es necesariamente así. No siempre se puede devolver la confianza a quien nos defraudó, aun cuando se lo perdone. Más aún: a veces resulta una imprudencia restituir la confianza a quien nos ha engañado una vez. No obstante, lo puedo perdonar. El perdón no implica reponer sentimientos ni afectos; eso nunca lo ordenó Jesús. Tampoco el perdón impide que yo reclame la reparación de la injusticia cometida o el digno castigo que merece, siempre que yo no busque en ello la venganza personal, sino la justicia.

QUINTO Y ULTIMO ERROR: Consiste en creer que, para perdonar a alguien, tengo que esperar a que él se arrepienta y me pida perdón. Si así fuera, nuestra posibilidad de perdonar estaría condicionada por nuestro enemigo. Se perdona y basta. Debe aclararse en este punto que el perdón que da Dios y el perdón que dan los hombres son diferentes. Cuando Dios perdona, no lo hace para sanarse El sino para sanarnos a nosotros del pecado, por eso hace falta que estemos arrepentidos y pidamos perdón. Pero cuando el hombre perdona, lo hace para sanarse a sí mismo y librarse de las secuelas que le dejó la violencia vivida. Y para ello no hace falta que el otro se arrepienta. Basta con que uno quiera perdonar.

Perdonar es una decisión, y es una decisión personal.

¿Y cómo puede uno saber que ya ha perdonado? Cuando no se desea el mal al otro, cuando se ha renunciado a la venganza, y cuando uno es capaz de ayudar a su ofensor si lo ve pasar necesidad.

Perdonar es soltar una brasa encendida, que asimos en un momento de nuestra vida, y que nos lacera y nos quita las ganas de vivir. En cambio, la falta de perdón es capaz de enfermarnos y volvernos malos. Por eso, es muy acertado el consejo de San Agustín. "Si un hombre malo te ofende, perdónalo, para que no haya dos hombres malos."