miércoles, 5 de junio de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de junio y Octava del Corpus.

¡Hasta qué exceso ha llevado vuestro amor, Corazón dulcísimo de mi amado Jesús!

No contento con estar en la Sagrada Eucaristía, aguardando
 a que vayamos a visitaros, para derramar sobre nosotros todas vuestras riquezas y hacernos felices, os dignáis salir en público a buscarnos; y trayéndonos a la memoria la caridad inefable con que nos amáis, nos invitáis amorosamente a que os acompañemos y cortejemos en estos solemnes días.

¡Cuál debería ser el júbilo de mi corazón, viéndoos colocado, como en trono de gloria, sobre nuestros altares, y llevado en triunfo por nuestras calles y plazas! Deseabais tener el consuelo de vernos a todos en nuestra presencia; y como hay tantos ingratos que no os visitan en los templos, salís ahora de esos vuestros palacios para tener siquiera el gusto de verlos y mirarlos con benignísimos ojos en las calles. ¿Y cómo podré yo corresponder a tanta bondad? ¡Que no sea yo dueño de todos los corazones, para mostrarnos mi gratitud con el entero sacrificio de todos ellos! ¡Que no pueda yo acompañaros en todas las partes en donde os halláis, y cortejaros con los más finos obsequios de fe, adoración y amor! ¡Oh! ¡Si lograse conducir ante vuestro acatamiento a todos los que no creen en vuestra real presencia, y hacer que, ilustrados con la luz de la fe, se convirtieran, y os reconocieran por el verdadero Hijo de Dios hecho hombre! ¡Ah! ¡Si yo pudiese con las más profundas humillaciones, con el dolor más agudo y penetrante, y aun a costa de mi mismo aniquilamiento, impedir, o por lo menos resarcir todas las injurias, irreverencias y ultrajes que os irrogan aquellos a quienes amáis con tanta ternura! Mas ya que esto no me es posible, ruégoos, oh espíritus celestiales, escogidos por dicha vuestra para obsequiar al Corazón de mi dulce Jesús, ruégoos que en mi nombre le acompañéis y cortejéis doquiera en ese adorable Sacramento. Sí; amadle, glorificadle, alabadle continuamente por mí; y en desagravio de tanta ingratitud, presentadle el amorosísimo Corazón de María, y los humildes y amantes corazones de tantos buenos hijos suyos, en quienes deliciosamente se complace.

Y vos, oh Corazón dulcísimo de mi amado Jesús, haced que se desprenda de ese volcán de fuego, que arde en vos, una viva centella de amor, que ablande y derrita el hielo de nuestros corazones insensibles, y los abrase en las llamas de la más pura caridad, y del más generoso agradecimiento para con un Corazón que desde toda la eternidad nos ama con tan desmedida terneza. Hacedlo, dulce Jesus mío: tiempo es ya de que reinéis en toda la redondez de la tierra; tiempo es ya de que se dilate vuestro reino, se aumente vuestra gloria, y de los corazones de todos los hombres se forme un solo corazón, que os conozca, honre y ame, como un solo corazón os honrarán y amarán los bienaventurados en el cielo, reinando por vos y con vos por siglos infinitos. Amén.


"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954


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