jueves, 28 de febrero de 2019

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús para el mes de marzo y tiempo de Cuaresma

Llagas sacratísimas, Sangre preciosa, Cruz adorable:

¡Oh, cuán vivamente me representáis en estos días aquel abismo de padecimientos y de amor, aquel Corazón divino de mi dulce Jesús, que despierta en mí afectos de la compasión más tierna y una contrición amarguísima de todas mis iniquidades!

¡Quién podrá, Jesús mío, explicar con palabras, o llegar siquiera a concebir el incendio de amor en que se abrasaba vuestro Corazón sagrado, cuando, a fin de que yo me salvase, os hizo sujetar vuestras purísimas carnes a tantos y tan crueles azotes; entregar vuestra sagrada cabeza, para que fuese taladrada con agudísimas espinas; dar vuestros pies y manos, para ser horadados con duros clavos; y estar tres horas pendiente en la cruz, padeciendo los más horribles dolores y la más cruel agonía! ¡Y no satisfecho aún vuestro amor con tantos tormentos, ignominias y dolores, quisisteis que os abriesen el Corazón con una lanza, y os complacéis aún en renovar cada día en innumerables lugares la memoria de pasión tan acerba en el sacrificio incruento de la Misa!

¡Oh, quién  me diese que se trocaran mis ojos en fuentes de lágrimas para llorar mi ingratitud a tan inefables beneficios! Por lo menos vos, oh María, madre afligidísima, que tanto padecisteis en la pasión y muerte de vuestro amantísimo Hijo, abogad por mí ante el divino acatamiento, encended en mi frío corazón el fuego purísimo de vuestra caridad, y alcanzadme una perfecta mortificación de mis sentidos y pasiones desordenadas, y un grande amor a la cruz. Decid a vuestro santísimo Hijo que estoy resuelto a acompañarle en sus trabajos, y que, a vista de tantos excesos de amor, me cubro de vergüenza, pues ni siquiera le amo con todas las fuerzas de mi menguado corazón. A lo menos haced que nunca retracte yo esta mi voluntad de amarle; meted, os ruego, dulcísima Madre mía, este mi corazón en el vuestro y en el suyo, para que, inflamado con un ardiente deseo de padecer y de amar, no viva ya en mí, sino en vos, y en el amabilísimo Corazón de vuestro Hijo Jesús. Amén.

"Áncora de Salvación"
por el R.P. José Mach
Edición de 1954

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