San Pedro Canisio
¡Oh Dios todopoderoso y eterno, Señor, Padre celestial!
Mira nuestra calamidad, miseria y necesidad con los ojos de tu insondable misericordia.
Compadécete de todos los fieles cristianos, por los que Tu Hijo unigénito,
nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo,
se entregó voluntariamente en manos de los pecadores
y derramó su preciosa sangre en el tronco de la Santa Cruz.
Por los méritos de Nuestro Señor Jesús aparta de nosotros, oh Padre clementísimo,
los castigos merecidos, los peligros presentes y futuros,
los disgustos dañinos, los preparativos bélicos, las carestías,
las enfermedades, las épocas de tristeza y miseria.
Ilumina también y fortalece en todo lo bueno a los dirigentes y gobernantes
tanto espirituales como seculares, para que fomenten
todo lo que pueda contribuir a Tu gloria divina y a nuestra salvación,
así como a la paz universal y al bienestar de la cristiandad en la paz.
Concédenos, oh Dios de la paz,
una adecuada reunificación en la fe,sin cismas ni divisiones;
convierte nuestros corazones a la verdadera penitencia y a la enmienda de vida;
haz que prenda en nosotros el fuego de tu amor;
danos hambre y celo de toda justicia,
para que, como niños obedientes, te resultemos agradables
y placenteros en la vida y en la muerte.
También te suplicamos, como tú quieres que te supliquemos,
oh Dios, por nuestros amigos y enemigos, por los sanos y los enfermos,
por todos los cristianos tristes y compungidos,
por los vivos y los difuntos.
En tus manos ponemos, oh Señor, todas nuestras acciones y omisiones,
nuestra actividad y cambio, nuestra vida y muerte.
¡Permítenos disfrutar aquí de Tu gracia y llegar aquí, con todos los elegidos,
a alabarte, honrarte y glorificarte en la paz y la dicha eternas!
¡Concédenos todo esto, oh Señor, Padre celestial!
Por Jesucristo, Tu Hijo amado, quien junto contigo
y con el Espíritu Santo vive y reina, como Dios en igual medida,
de eternidad en eternidad.
Amén.
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