miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO

Desde la lectura del "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen", sentía enormes deseos de volver a leer a San Luis María Grignion de Montfort. Por este motivo, entre sus obras restantes, he proseguido la lectura escogiendo un bello librito titulado "El Secreto admirable del Santísimo Rosario", en el cual el Santo hace un precioso repaso por cada una de las rosas que conforman la devoción del  Santísimo Rosario y que constituyen la Corona de Nuestra Reina y Señora.  

Foto: María Luz
 
Con su estilo elegante y vibrante, San Luis María nos introduce de lleno en esta bella y significativa devoción, fundada por Santo Domingo, renovada por el Beato Alano de la Roche, y tan querida por tantos creyentes que lo rezamos a diario, porque sabemos que su rezo es la mejor arma de la que disponemos para vencer al maligno. Es así como el autor nos llama al combate:

"¡A las armas! ¡Tomad con una mano la Cruz y el Rosario con la otra y combatid  con valor por la más noble de las causas; por el honor de Dios y la gloria de Su Madre."
 
   
Rosario significa "corona de rosas".
Cada vez que lo recitamos correctamente y con devoción,
entregamos a la Santísima Virgen una rosa por cada Avemaría
y tantas coronas de rosas como Rosarios.
 
Para rezar el Rosario, bastan la fe pura y la buena intención.
 
Conviene comenzar a rezar el Rosario recitando el Credo, pues esta oración se basa en la fe, al ser un resumen de las verdades cristianas. Proseguimos rezando el Padrenuestro al iniciar cada misterio, pues es una oración de la autoría de Nuestro Señor Jesucristo, que encierra "todos los deberes que tenemos para con Dios, los actos de todas las virtudes y la súplica  de todos nuestros bienes espirituales y corporales." Y tras cada Padrenuestro, proseguiremos con la recitación de diez Avemarías, oración que resume toda la teología cristiana sobre María Santísima. El Avemaría contiene una alabanza (forma la verdadera grandeza de María) y una invocación (reúne todo lo que debemos pedirle y lo que podemos alcanzar de su bondad). A través de ella rendimos honor a Nuestra Señora, glorificando al mismo tiempo a Dios Padre "porque honramos a la más perfecta de sus criaturas,  al Hijo porque alabamos a Su Purísima Madre, y al Espíritu Santo porque admiramos las gracias de que fue colmada su Esposa." Cada Avemaría recitada con fe y devoción es una moneda con la que compramos el Paraíso y con la que nos hacemos dignos de la bendición de Nuestra Señora, que nos llenará de gracias y consuelos espirituales. Y finalizaremos cada decena recitando el Gloria Patri.
 
Quien crea que el Santo Rosario es simplemente una sucesión de Padrenuestros y Avemarías, se equivoca. Es mucho más que eso, pues en su recitación realizaremos un repaso de los misterios de la vida, pasión, muerte y gloria de Jesucristo y María, componiendo una corona para Nuestra Reina y reuniendo un sinfín de rosas que no se marchitarán jamás y  que podremos presentar para alcanzar nuestra salvación. De ahí se deduce que su rezo implica dos tipos de oración: la mental (meditando los misterios) y la vocal (recitando los Padrenuestros y Avemarías durante a meditación).
 
Dice San Luis María: "Misterio es una cosa sagrada  y difícil de comprender. Las obras de Jesucristo son todas sagradas  y divinas, porque es Dios y hombre al mismo tiempo. Las de la Santísima Virgen  son muy santas, porque es la más perfecta de las puras criaturas. Con razón se llaman las obras de Jesucristo y Su Santa Madre, misterios, porque están repletos de maravillas , de perfecciones  e instrucciones profundas y sublimes , que el Espíritu Santo descubre a los humildes  y a las almas sencillas que le honran."
 
La meditación de los misterios es una excelente forma de tener presentes ante nuestros ojos la vida y virtudes de Nuestro Señor Jesucristo, para no decir, hacer, ni pensar nada sino conforme a Él. De esta forma, conoceremos mejor Su vida, regulando nuestra vida y acciones para hacernos semejantes a nuestro Maestro, con el auxilio de su gracia y por la intercesión de María Santísima. Esta práctica nos ayuda a alcanzar la perfección cristiana:
  • Nos eleva al perfecto conocimiento de Jesucristo.
  • Purifica nuestras almas del pecado.
  • Nos permite vencer a nuestros enemigos.
  • Nos facilita la práctica de las virtudes.
  • Nos abrasa en amor de Jesucristo.
  • Nos proporciona con que pagar nuestras deudas con Dios y con los hombres.
  • Nos consigue de Dios toda clase de gracias.

Podemos rezar el Santo Rosario tanto por nosotros como por aquellos que nos han sido encomendados y por toda la Iglesia. Con su rezo podemos cooperar a la salvación de las almas y alcanzar todo tipo de bienes:
  • Los pecadores obtienen el perdón.
  • Las almas sedientas se sacian.
  • Los que están atados ven sus lazos deshechos.
  • Los que lloran hallan alegría.
  • Los que son tentados, la tranquilidad.
  • Los pobres son socorridos.
  • Los religiosos son reformados.
  • Los ignorantes instruidos.
  • Los vivos triunfan de la vanidad.
  • Y los muertos son aliviados por medio de sufragios.
"Quiero que los devotos de mi Rosario tengan la gracia y la bendición de mi Hijo durante su vida, en la hora de su muerte y después de ésta, que se vean libres de toda clase de esclavitudes y que sean reyes, con la corona sobre su cabeza, el cetro en la mano y tengan la gloria eterna." 

Es muy necesario tener presente la siguiente advertencia de  San Luis María: "No es la duración, sino el fervor de nuestras oraciones lo que agrada a Dios y le gana el corazón."  En efecto, debemos pensar en la cantidad de devotos que rezan el Rosario y los pocos que adelantan en virtud. Ello se debe a que es necesario cumplir una serie de requisitos a la hora de formular nuestra oración para agradar a Dios y hacernos santos:

-Hallarse en estado de gracia o al menos resuelto a salir del pecado. Las oraciones y buenas obras de alguien que se halla en pecado mortal no son agradables a Dios ni conducen a la vida eterna.

-Es necesario rezar con atención, de lo contrario nuestra oración sería infructuosa y nos llenaría de pecados. Imaginemos que Dios y la Santísima Virgen nos miran y que "nuestro santo ángel de la guarda está a nuestra derecha y recoge nuestras Avemaría como tantas rosas, si son bien rezadas, para hacer una corona a Jesús y  María." Recemos de este modo, meditando sus misterios.

-Hay que combatir vigorosamente las distracciones. Aunque las distracciones hayan estado presentes durante nuestro rezo, debemos desecharlas desde el instante en que nos percatamos de ellas. De esta forma, nuestro Rosario será más meritorio, puesto que más mérito hay en aquello que nos resulta más difícil, pero bajo ningún concepto desistamos de la oración, pues en ese caso estaríamos concediéndole la victoria al demonio.

Antes de iniciar el rezo, debemos invocar al Espíritu Santo, y antes de iniciar cada decena, debemos considerar el misterio que contemplamos en cada una de ellas, pidiendo alcanzar una virtud contenida en el mismo y que deseamos practicar, o algún pecado del que queramos vernos liberados. El rezo se hará con atención, devoción y pausa, pues la precipitación haría que no obtuviésemos ningún fruto y que no avanzásemos en la santidad.

Debe ser rezado con modestia, preferentemente de rodillas, con las manos juntas y con el Rosario entre ellas. En caso de impedimento o enfermedad, puede rezarse acostado, sentado o de pie. También puede rezarse caminando en caso de viaje, o mientras se trabaja si no es posible parar el trabajo, pues en caso de necesidad, Nuestra Señora valorará más nuestra buena intención que el acto exterior.

Otra de las recomendaciones que nos hace San Luis María, es la conveniencia de rezar el Rosario en tres partes y tres tiempos diferentes, es decir, no es preciso rezarlo todo de una vez. Podemos rezar una decena ahora, otra más tarde, y así concluirlo antes de que finalice nuestra jornada. De esta manera, sin duda, podríamos fácilmente rezar el Rosario en su totalidad.

Muy aconsejable es también rezarlo a dos coros, pues tal como expuso Nuestro Señor, cuando varias personas se reúnen en Su nombre, Él se encuentra presente entre ellos rezando la misma oración. El rezo en comunidad permite estar más atento, la oración de cada uno se hace común a todos los demás, de manera que si alguien no reza tan bien, su falta se verá compensada por los que rezan mejor, y se adquiere el mérito de haber rezado tantos Rosarios como personas participantes en la oración. Rezando públicamente, se aplaca mejor la ira divina y se alcanza su misericordia, atacando más eficazmente al demonio.

Recemos el Santo Rosario con fe, confianza, perseverancia y humildad cada día, todos estamos necesitados de ello debido a nuestras debilidades, pecados, imperfecciones y a nuestros enemigos.

No hay mejor forma de honrar a Nuestra Reina y Señora que rezar Su Santo Rosario... ¡¡¡Colmemos de Rosas a Nuestra Madre!!!... Siendo constantes en la oración, conseguiremos avanzar en el camino de nuestra santificación evitando caer en tentación, escapando de las garras del demonio y asegurándonos, junto a Ella, un lugar en el Cielo.

 
 
 
Reina del Santo Rosario
"Todos los que sirven devotamente a la Santísima Virgen mediante la recitación del Rosario, reciben infaliblemente bendiciones conformes a sus necesidades espirituales y temporales."
(Santo Domingo)
 
Gracias San Luis María Grignion de Montfort,
por enseñarme tanto sobre la devoción a Nuestra Señora
y por ayudarme a perfeccionarme en mi oración.
 

  IMAGENES: Google y Pinterest.

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