Foto: María Luz
Oh, Inmaculda Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra,
al contemplaros con los brazos esparciendo gracias sobre los que os las piden,
lleno de la más viva confianza en vuestra poderosa y segura intercesión,
manifestada innumerables veces a través de la Medalla Milagrosa,
aunque reconociendo nuestra indignidad a causa de nuestras numerosas culpas,
osamos acercarnos junto a vuestros pies para exponeros
nuestras más apremiantes necesidades.
Escuchad, pues, oh Virgen de la Medalla Milagrosa,
este favor que confiados os solicitamos para mayor gloria de Dios,
engrandecimiento de Vuestro Nombre y bien de nuestras almas.
Y para que sirvamos mejor a vuestro Divino Hijo,
inspiradnos un odio profundo al pecado y dadnos coraje
para afirmarnos siempre verdaderos cristianos. Así sea.
Santísima Virgen, yo creo y confieso en vuestra Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha.
Oh, Purísima Virgen María,
por vuestra Concepción Inmaculada y gloriosa prerrogativa de Madre de Dios,
alcanzadme de vuestro amado Hijo la humildad, la caridad, la obediencia, la castidad,
la santa pureza de corazón, de cuerpo y de espíritu,
la perseverancia en la práctica del bien,
una santa vida y una buena muerte.
Amén.
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