Imagen de la Inmaculada Concepción.
Iglesia de Nuestra Señora de Covadonga.
Foto: María Luz
¡Virgen Santísima, que agradaste al Señor, y fuiste Su Madre,
inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor!
Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso patrocinio.
La maligna serpiente, contra quien fue lanzada la primera maldición,
sigue combatiendo con furor y tentando a los miserables hijos de Eva.
¡Ea, bendita Madre, nuestra Reina y Abogada,
que desde el primer instante de tu concepción quebrantaste la cabeza del enemigo!
Acoge las súplicas de los que, unidos a Ti en un solo corazón,
te pedimos las presentes ante el trono del Altísimo
para que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan;
para que todos lleguemos al puerto de la salvación, y, entre tantos peligros,
la Iglesia y la sociedad canten de nuevo el himno del rescate,
de la victoria y de la paz.
Amén.
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