jueves, 16 de agosto de 2018

NUESTRA SEÑORA DEL TRÁNSITO

Permanecer en Madrid durante el mes de agosto es una experiencia muy grata pues la ciudad adquiere un ritmo tranquilo y sosegado del que carece durante el resto del año. A ello se suma la posibilidad de ser testigos de una bella escena que puede contemplarse tan sólo durante unos días en el corazón del Real Monasterio de las Descalzas Reales.

Tras una breve espera en la Portería Reglar, bajo la mirada de los arcángeles pintados por Bartolomé Román y a la luz de cuatro blandones de bronce del siglo XVI que pertenecieron al túmulo funerario de la emperatriz María de Austria, me dispongo a traspasar la puerta que me conducirá por los rincones de este cielo madrileño.

Tras atravesar el claustro bajo, asciendo por la escalera principal deleitándome con las pinturas murales que la rodean. Soy observada por la familia del Rey Felipe IV desde su Balcón Real y me detengo ante el grupo del Calvario, en el que destacan los ángeles que recogen la sangre que mana del costado de Nuestro Señor Jesucristo, quedando ensalzada la Pasión de Cristo en relación con la institución de la Eucaristía. No me retiro sin antes contemplar el Rompimiento de Gloria que decora su techo, atribuido al pintor Claudio Coello. 

A continuación recorro el Claustro alto, donde cobra un especial protagonismo la talla de madera policromada del Cristo yacente, obra de Gaspar Becerra, que es portado cada año en una solemne procesión de Viernes Santo que tuve la fortuna de presenciar en la Semana Santa del año 2017. Tras detenerme un instante ante la capilla de San José y dirigirle una sonrisa, prosigo el recorrido contemplando todas las imágenes y objetos piadosos que aparecen a mi paso. Llego al Antecoro, donde me sitúo ante la hermosa imagen de Nuestra Señora de la Paz y una valiosa cruz realizada en cristal de Bohemia, y observo las diversas obras pictóricas y los objetos devocionales de gran valor artístico. Desde ahí accedo al Coro, donde se encuentra el sepulcro de la Emperatriz María de Austria, y bajo el mismo, la magnífica talla de la Dolorosa de Pedro de Mena. 

Recorriendo otras estancias, me voy aproximando al destino central de mi visita, y para ello atravieso el Salón de Tapices, donde se exponen los paños de la serie de tapices El Triunfo de la Eucaristía, regalados al Monasterio en el siglo XVI por la infanta Isabel Clara Eugenia, hija del rey Felipe II. 

Al fondo de dicho Salón se vislumbra una pequeña puerta tras la cual se encuentra la Capilla de la Dormición, y en su interior, el motivo de mi visita en este caluroso día de agosto. Se trata de un conjunto escultórico devocional del siglo XVII, denominado Dormición o Tránsito de la Virgen, que responde a una tradición de las primeras religiosas del Monasterio, llegadas desde Gandía. Las 18 clarisas franciscanas que habitan actualmente el Monasterio colocan primorosamente la escena cada 15 de agosto, festividad de la Asunción de Nuestra Señora, pudiendo los visitantes disfrutar del mismo durante los siete días siguientes. Observo a Nuestra Señora del Tránsito, reposando en una artística cama lujosamente decorada y rodeada de hermosos ángeles que se disponen a conducirla al Cielo. Con motivo de la festividad, la imagen de Nuestra Señora aparece ataviada con un traje elaborado en Nápoles en el siglo XVIII, en raso de seda color crema, bordado en vivos colores con motivos vegetales, con encaje de hilo dorado y complementado todo ello con rostrillo y corona.  Fui testigo de esta escena hace ya muchos años en una mis visitas al Monasterio, pero contemplarla de nuevo vuelve a producir en mí la misma sensación de paz.


 Ante la imposibilidad de realizar fotografías en el interior del Monasterio,
me he permitido escanear estas dos imágenes para que puedan contemplar a 
 Nuestra Señora del Tránsito.
No aparecen en las mismas los ángeles que complementan el conjunto, motivo por el cual, 
todos aquellos que se encuentren en la ciudad de Madrid no deben perder la oportunidad de realizar la visita para disfrutar del conjunto escultórico en su totalidad.

Cuesta mucho apartarse de la visión de este primoroso conjunto escultórico, pero debo proseguir la visita recorriendo otras estancias, contemplando las numerosas obras de arte que se agrupan en el Candilón, y en las salas de pintura española, flamenca e italiana. Los retratos de reyes, reinas e infantas atraen mi atención y parecen brindarme una despedida en los últimos momentos del recorrido, pero mi mente y mi espíritu siguen junto a mi Madre, Reina y Señora, la Virgen del Tránsito.

Dejando atrás los muros del Real Monasterio, se cruza ante mí el recuerdo de Tomás Luis de Victoria, nuestro insigne compositor polifonista del Renacimiento, quien fue capellán y maestro de coro en dicho Monasterio, y las notas de sus composiciones comienzan a resonar en mi interior, con la seguridad de que regresaré siempre que tenga ocasión a recorrer las estancias de este maravilloso lugar en el que reinan Nuestro Señor Jesucristo y Su Excelsa Madre.
  Ave, Regina Cælorum,
Ave, Domina Angelorum:
Salve, radix, salve, Porta,
Ex qua mundo lux est orta:
Gaude Virgo gloriosa,
Super omnes speciosa,
Vale, o valde decora,
Et pro nobis Christum exora.


Real Monasterio de las Descalzas Reales
Plaza de las Descalzas - Madrid

El conjunto escultórico del Tránsito de la Virgen sólo puede contemplarse desde el día 15 al 22 de agosto.

HORARIOS:

De Martes a Sábado. Mañana: 10:00 - 14:00 Tarde:16:00 - 18:30
Domingos y festivos. 10:00 - 15:00
Cierre taquillas y acceso al Monasterio una hora antes
Cierre semanal: lunes


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