domingo, 15 de mayo de 2016

LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN: CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA

Entre todas las lecturas piadosas que han ocupado parte de mi tiempo en los últimos meses, una de ellas constituye un verdadero tesoro espiritual, el "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen" escrito por San Luis María Grignion de Montfort, santo francés que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII.

Foto: María Luz

Una vez más, es un Santo de mi país natal el que me ha conquistado con sus enseñanzas. Este adalid de la devoción mariana, nació en la Bretaña y se convirtió en evangelizador en su tierra francesa, lo cual le llevó a sufrir rechazos, prejuicios y calumnias, debido a la mentalidad jansenista que imperaba en bastantes comunidades. De sus obras escritas, el Tratado constituye su obra maestra y fue publicado por primera vez en 1843, tras llevar 130 años oculto, tal como el propio autor había profetizado.

San Luis María Grignion de Montfort.
  
El Tratado es un texto profundo, escrito por inspiración celestial, y a través de sus páginas expone el verdadero camino que debe seguir todo cristiano que quiera llegar a Jesucristo, serle fiel y convertirse en un auténtico predestinado. Ese camino está constituido por María, a la cual debemos imitar fielmente. Como San Luis María explica, "todo se resume en obrar siempre por María, con María, en María y para María." María está unida a Cristo, de tal manera que siendo verdaderos devotos de la Santísima Virgen, lograremos el medio más fácil y seguro para llegar a Jesús.
 
Explicando magistralmente las diferencias entre la verdadera devoción y las  falsas devociones, y haciendo un retrato psicológico de los falsos devotos, junto a pasajes realmente proféticos que nos muestran a  San Luis María como todo un visionario, el autor identifica la consagración a María con la consagración a Jesucristo, y describe la esclavitud a ambos como una verdadera renovación de las promesas bautismales.  Esa esclavitud, que es una esclavitud de amor,  consiste en "consagrarse a Jesucristo por manos de María."
 
El mismo San Juan Pablo II afirmó: "La lectura del Tratado dio a mi vida un giro decisivo...Mientras anteriormente yo había procurado mantenerme a distancia por temor a que la devoción mariana oscureciera mi visión de Cristo, comprendí durante su lectura que sucede todo lo contrario. Nuestra relación íntima con la Madre de Dios surge naturalmente a partir de nuestra relación con el misterio de Cristo."
 
Esto nos lleva a la conclusión ya apuntada, que las fórmulas "a Jesús por María" y "a María por Jesús" son mutuamente complementarias en la vida cristiana.
 
Me resulta casi imposible recoger todas las ideas expuestas por San Luis María, pero sí me gustaría plasmar algunas de las más importantes para que, quienes no hayan leído el Tratado, puedan hacerse una mejor idea del mismo:
 
- El mundo era indigno de recibir al Hijo de Dios directamente de las manos del Padre por eso se lo ha dado a María para que el mundo lo recibiese por Ella. Dios Todopoderoso podría habernos entregado a su Hijo sin necesidad de nada más que Su voluntad, sin embargo, quiso que fuese a través de una virgen de Nazareth, llamada María.
 
-Por María comenzó la salvación del mundo y por María debe consumarse.  Por María se produjo el primer advenimiento de Jesús al mundo y por María se producirá la segunda venida, aunque no del mismo modo. La primera venida fue oculta y secreta. La segunda será gloriosa y resplandeciente, pero las dos serán perfectas porque las dos quedarán realizadas por María. Si María es el medio por el cual Cristo vino al mundo, Ella debe ser el medio que empleemos para llegar a Él.
 
-Todas las verdaderas criaturas de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre; y quien no tenga a María por Madre, no tiene por Padre a Dios. Por eso, tanto los réprobos como los herejes, los cismáticos, que odian o miran con indiferencia a la Santísima Virgen, no tienen a Dios como Padre por más que lo manifiesten. La devoción a la Santísima Virgen es necesaria para la salvación. Si Jesucristo nació en María, siendo Él el Jefe de todos los hombres, los predestinados (auténticas criaturas de Dios, miembros del cuerpo místico de Jesucristo) deben también nacer de Ella, pues la cabeza y los miembros nacen siempre de una misma madre. Lo contrario constituiría algo monstruoso.
   
-Jesucristo es el fin último de nuestras devociones, pues Él es el comienzo y el fin de todas las cosas. María no es como las demás criaturas, que si nos unimos a ellas podrían separarnos de Dios. Todo lo contrario, la inclinación más fuerte de María es unirnos a su Hijo, y la inclinación más fuerte de Jesús es que lleguemos a Él a través de su Madre.
 
-Para alcanzar la perfección, la cual se adquiere uniéndonos a Jesucristo, es necesario vaciarnos de todo lo malo que hay en nosotros. Si no morimos a nosotros mismos, no produciremos fruto y nuestras devociones serán inútiles. Por ello, de entre todas las devociones a la Santísima Virgen, debemos escoger la que más nos lleve a esa muerte propia.
 
-Para llegar a Dios, debemos subir tres grados (María, Jesús y el Padre Eterno): el primero es María , nuestra mediadora de intercesión, que nos llevará a Jesús. El segundo es Jesús, nuestro mediador de redención, que nos conduce al Padre Eterno.
 
-La verdadera devoción a la Santísima Virgen es interior (parte del corazón), es tierna (llena de confianza en María), es santa (conduce a evitar el pecado y a imitar las virtudes de María), es constante (nos afirma en el bien, en la oposición al mundo, en evitar las tentaciones y en no abandonar las prácticas de devoción) y es desinteresada ( no se ama a María por interés o por lucro, sino porque María merece ser servida.)
 
-La perfecta consagración a Jesús por María implica entregarse por COMPLETO a la Santísima Virgen para ser de Jesucristo. A través de dicha consagración le entregamos todo nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestros bienes exteriores y nuestros bienes interiores y espirituales. Entregándole todo lo que somos y poseemos, depositamos toda nuestra confianza en Ella para que nos los conserve, aumente y embellezca. Consagrándonos a María, Ella también se consagrará a nosotros. De esta forma, nos damos a Jesucristo de la manera más perfecta.
 
-A través de esta devoción se ejerce la caridad en alto grado. Si entregamos a María todo lo que poseemos y lo que adquiramos hasta el momento de nuestra muerte, todo ello se podrá emplear, según la voluntad de la Virgen María, en la conversión de los pecadores o en librar almas del Purgatorio, lo cual es un gran acto de caridad con el prójimo y un bien infinito, pues supone dar a un alma la posesión de Dios.
 
-Cristo se dio por entero a nosotros, dando incluso su vida para redimirnos. Ante tal generosidad, justo es que nosotros le correspondamos. Haciéndolo así, Él será más generoso aún para nosotros durante nuestra vida, en nuestra muerte y por toda la eternidad.
 
-La humildad es la virtud que Dios ama por encima de todas. La devoción que San Luis María nos transmite, nos enseña a ser humildes y a acercarnos a Nuestro Señor, no por nosotros mismos, sino valiéndonos siempre de la intercesión de la Santísima Virgen.

-María es el mayor enemigo que tiene Satán. Los esclavos del demonio, es decir, los amigos del mundo, persiguen y perseguirán siempre a los que pertenezcan a María, pero la Santísima Virgen siempre alcanzará la victoria. Lo que Lucifer perdió por el orgullo, María lo ha ganado con su humildad. Lo que Eva perdió por desobediencia, María lo ha salvado por la obediencia. Consagrarse a la Santísima Virgen es  la manera más segura de no caer víctima del demonio, pues constituye un acto de humildad.

-El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá particularmente en los últimos tiempos en que Satanás pondrá asechanzas a los esclavos de María. Es indiferente lo  pequeños y pobres que éstos sean, porque serán ricos en gracias y estarán perfectamente asistidos, y en unión con María, aplastarán la cabeza de la serpiente infernal y harán que Jesucristo triunfe.
 
-San Luis María no nos engaña, no nos promete un camino de rosas, sino que explica con gran claridad, que los fieles esclavos de María son sus favoritos y como tales, reciben de  Ella las mayores gracias, que son las cruces. Pero al mismo tiempo, serán capaces de soportar esas cruces con mayor facilidad, asistidos en todo momento por la Santísima Virgen.
 
-Sometámonos a María, de la misma forma que lo hizo Jesús durante la mayor parte de su vida. No olvidemos que 30 años los pasó sometido a su Madre, obedeciéndola en todo, dando así mayor gloria a su Padre, con un claro predominio de la contemplación sobre la acción.
 
-Consagrándonos a María, entregándole todo lo que somos y poseemos, incluidos nuestros méritos y satisfacciones, Ella nos hace dignos, alcanzándonos la bendición del Padre Celestial, de la misma manera que Rebeca consiguió la bendición de Isaac para su hijo Jacob. Es maravillosa la manera en que San Luis María explica el paralelismo entre la historia de Rebeca, Jacob y Esaú con el comportamiento de los justos, los réprobos y la forma en que María honra a todos aquellos que se someten a Ella. Obedeciendo en todo a la Santísima Virgen, Ella nos conseguirá todas las gracias y bendiciones de nuestro Padre Celestial.

-A través de la Consagración a María,  el Espíritu Santo nos iluminará para conocer todo lo malo que hay en nosotros y nuestra incapacidad para todo bien. Creceremos en humildad, en fe y en confianza en Dios y la Virgen. La Santísima Virgen nos otorgará parte de su fe, sus virtudes, una gran confianza en Dios y en Ella misma.

Si bien el aspecto interior de esta devoción es el más importante, hay una serie de prácticas exteriores recomendables, que ayudan a  la práctica interior. Tanto unas como otras nos prepararán y conducirán a nuestra Consagración a Jesús por María. Antes de llegar a ese momento, realizaremos la siguiente preparación:
 
  • Emplear doce días en vaciarse del espíritu del mundo, que es contrario a Jesucristo.
  • Una primera semana en la que se dedicarán todas las oraciones y actos de piedad al conocimiento de uno mismo y el arrepentimiento de los pecados, meditando sobre nuestro mal fondo.
  • La segunda semana irá dirigida a conocer a la Santísima Virgen, dedicándonos a conocer e imitar sus virtudes, pues Ella es el molde que debe formarnos.
  • La tercera semana, dedicada al conocimiento de Jesucristo, meditando sobre Él, soportando las pruebas y perdonando las ofensas, dando gracias por todo lo que el Señor nos ha concedido, y resueltos a formular nuestra consagración.

Finalizadas esas semanas preparatorias, procederemos a la Confesión y tomaremos la Comunión con intención de entregarnos a Jesucristo como esclavos de amor, por medio de María, recitando por último la fórmula de Consagración. De esta forma, quedaremos ligados a Jesús y María, renunciando a la esclavitud del mundo, del pecado y del demonio.

Foto: María Luz
"Es glorioso y útil a los esclavos de Jesús en María, que lleven como señal de su esclavitud de amor, cadenillas de hierro bendecidas con una bendición propia.  De esta forma, recordaremos nuestras promesas bautismales y  la renovación de las mismas por esta devoción. Estas cadenillas nos recordarán las cadenas del pecado y de la esclavitud del demonio, de las cuales hemos sido librados por el Santo Bautismo, y la dependencia prometida a Jesús en el Bautismo así como la renovación de sus votos. Esta cadenilla mostrará que no nos avergonzamos de la esclavitud y servidumbre de Jesucristo, y que renunciamos a la esclavitud del mundo, del pecado y del demonio."

Es así como, a través de varios meses de enseñanzas recibidas de manos de los Heraldos del Evangelio, y de preparación interior, he llegado a este momento de mi Consagración, siendo consciente de la importancia de la misma, depositando mi vida  en manos de María, sabiendo que, de este modo, estaré en las mejores condiciones de alcanzar la salvación eterna de mi alma. Cierto es que, en adelante, las batallas que tendré que librar serán mayores, pero nadie es tentado por encima de sus fuerzas, por eso, cuando notemos la tentación, invoquemos a María con toda confianza, sin desfallecer, pues esta lucha nos conducirá al Cielo.

Todo el proceso de preparación ha estado lleno de momentos muy especiales, como las festividades de Nuestra Señora del Buen Consejo, San Luis María Grignion de Montfort, para concluir en el gran día de la consagración celebrada el viernes 13 de mayo, solemnidad de Nuestra Señora de Fátima, y a dos días de la fiesta de Pentecostés. Claramente la Divina Providencia nos ha conducido a formular nuestra consagración en esa fecha tan significativa.

¡Qué difícil expresar el cúmulo de sensaciones y sentimientos vividos durante la bella ceremonia de consagración! La capilla más hermosa de la casa más santa, especial y querida por mí, ha sido el marco de este momento inolvidable de mi vida, en que me he convertido en Esclava de Jesucristo y de la Santísima Virgen. La Santa Misa presidida por el Rvdo. D. José Francisco y concelebrada por el Rvdo. D. Pedro Paulo, quedará impresa en mi memoria para siempre. Destacar las bellas palabras pronunciadas por D. Pedro Paulo, que tanto me recordaron a su explicación sobre la verdadera devoción a la Virgen ofrecida por él en una de las reuniones previas, y el momento en que todos, arrodillados, recitamos la fórmula de consagración.

La bellísima imagen del Inmaculado Corazón de María.
Foto: María Luz
 
Ceremonia de consagración.
Foto: Don Eric Fco. Salas
 
Momento de la firma de la consagración.
Foto cedida amablemente por mi compañera Chelo.
 
Fórmula de Consagración y obsequios que me recordarán siempre esta fecha tan significativa.
Foto: María Luz

Y por si ese momento no hubiera sido suficiente, la jornada se vio coronada por la bellísima ceremonia celebrada en la Catedral de la Almudena, para conmemorar el 99 aniversario de la primera aparición de Nuestra Señora de Fátima. Desde la procesión de entrada en la Catedral, momento en el cual vi por primera vez el magnífico lanzamiento del estandarte de los Heraldos, hasta el final de la Santa Misa, en la que todos concluimos recitando la Consagración a la Virgen María de San Simón de Rojas,  todo fue  una demostración del saber hacer y de la perfección con que los Heraldos del Evangelio realzan todas sus celebraciones. Todas las emociones de ese inolvidable día hicieron brotar lágrimas de mis ojos en esos momentos, pero la Santísima Virgen acudió en mi ayuda y pude reabsorberlas a tiempo para que no empañaran mi visión ante tanta belleza y perfección.





 





Imágenes de la celebración del 99 aniversario de la primera aparición de Nuestra Señora de Fátima, en la Catedral de la Almudena.
Fotos: María Luz
       
No vacilemos y consagrémonos a Jesús por medio de María, pues tal como expresó San Bernardo: "Si María os sostiene, no caeréis; si María os protege, no temáis; si María os conduce, no os fatigaréis; si María os es favorable, llegaréis hasta el puerto de salvación."

"Cuando alabamos a María, la amamos, la honramos y nos damos a Ella, alabamos a Dios, honramos a Dios, amamos a Dios, nos damos a Dios por María y en María."

"A Jesús por María"
Basílica del Rosario (Lourdes)
Tomé esta fotografía en mi primera visita a Lourdes, no imaginaba entonces que llegaría a tener tanto significado para mí.
Foto: María Luz
  
Esta hermosa fotografía de Nuestra Señora, obsequio de consagración, me acompaña desde el pasado viernes. A Ella es a quien contemplo cada mañana al despertar, y ante Ella renuevo cada día mi consagración.
Foto: María Luz
 
Os escojo hoy, ¡oh Maria!, en presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y Señora. Os entrego y consagro, en calidad de esclava, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, dejándoos entero y pleno derecho para que dispongáis de mí y de todo lo que me pertenece, sin reserva, según vuestro amable beneplácito, a mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad.

¡Oh Madre admirable!, presentadme a vuestro querido Hijo, en calidad de esclava eterna, a fin de que, pues me rescató por Vos, me reciba también por Vos.

¡Oh Madre de misericordia!, concededme la gracia de alcanzar la verdadera Sabiduría de Dios y de colocarme, por tanto, entre los que Vos amáis, enseñáis, conducís, alimentáis y protegéis como a vuestros hijos y esclavos.

¡Oh Virgen fiel!, hacedme en todas las cosas tan perfecta discípula, imitadora y esclava de la Sabiduría encarnada, Jesucristo, vuestro Hijo, que llegue, por vuestra intercesión y a ejemplo vuestro, a la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en los cielos.


CUANDO SE ENCUENTRA EL TESORO ESCONDIDO, Y SE DESCUBRE EL SECRETO DE MARIA, YA NO SE NECESITA NADA MÁS.


15 de Mayo de 2016, Solemnidad de Pentecostés.
María Luz Gómez
   

2 comentarios:

  1. Muchas felicidades, que nuestro Señor Jesus y su Santísima Madre la Reyna del cielo, ahora señora nuestra te guarden y te sigan inspirando para proclamar su palabra y sus obras a muchas personas más!!!!

    Te mando un fuerte abrazo

    YESSI MEZA ����

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  2. Yessi, Dios te colme de bendiciones y la Santísima Virgen derrame todas las gracias sobre ti. Recibe mi agradecimiento y mi abrazo más cariñoso.

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