Un año más, y en esta ocasión por cuarta vez, he tenido la dicha de regresar a mi queridísima Lourdes, lugar espiritual donde los haya, que me robó el corazón desde la primera vez que peregriné allí en el año 2012.
Sin temor a amenazas terroristas, sabiendo que iba a refugiarme en el lugar más seguro, por estar bajo el manto de Nuestra Señora, el viaje transcurrió según lo previsto y sin ningún percance. Feliz de llegar puntualmente a la estación de Huesca y reencontrarme con el excelente conductor que nos condujo a Lourdes en el año 2014, el trayecto pirenaico siguió deleitándome una vez más, manteniéndome atenta para no perderme detalle de los pueblecitos franceses que tanto me atraen, en especial Mifaget, con su iglesia del siglo XII dedicada a San Miguel Arcángel, la preciosa fachada del santuario de Lestelle-Bétharram del siglo XVII, o el paso por Saint Pé de Bigorre que cuenta con uno de los templos más antiguos de la región. De esta forma, el tiempo pasa volando hasta llegar al destino soñado.
Tras llegar a nuestro hotel Helgon, que ya es nuestra segunda casa en Lourdes, no dudamos en lanzarnos a la calle, en una noche templada, iluminada por las luces de las tiendas y con gran ambiente en las calles que conducen al santuario. Llegar a la Gruta de Massabielle para asistir a la misa nocturna es siempre una sensación emocionante. Esta vez hay novedades en el recorrido. La policía y el ejército rodean el recinto del santuario, hay controles con revisión de bolsos en las diversas entradas, y las calles que conducen al santuario están cortadas con tractores a modo de barricada. Todo en aras de la seguridad. Una vez en la gruta, la misa estuvo presidida por un sacerdote de París y concelebrada por numeroso clero de Costa de Marfil, cuyos peregrinos eran muy numerosos durante estos días, junto a los procedentes de India y Francia. Destacar el recogimiento y devoción de los africanos durante la celebración y posterior Adoración al Santísimo, que fue inolvidable. Tras ser bendecidos con el Santísimo, nos dirigimos de vuelta al hotel para recuperar fuerzas durante la noche y estar dispuestos para la mañana siguiente.
Saludar a Nuestra Señora al llegar a la explanada.
Misa nocturna.
Nuestra Señora, rogad por nosotros.
Primera entrada en una tienda y encontrar a Jesús Divina Misericordia.
Una imagen de Nuestra Señora de Lourdes.
Aprovechando la primera hora de la mañana, nos dirigimos a través de la Rue de la Grotte, caminando tranquilamente hasta llegar a la iglesia parroquial del Sagrado Corazón, rodeada de policías debido a las medidas de seguridad extraordinarias adoptadas tras los últimos ataques terroristas. Si bien ya había visitado la iglesia con anterioridad, mi objetivo en esta ocasión era visitar la cripta de la misma donde se encuentra la tumba del Abad Peyramale, párroco de Lourdes en 1858, época de las apariciones de la Santísima Virgen.
Atravesando el Pont Vieux.
Enfilando Rue de la Grotte.
Siguiendo el camino del Jubileo.
Lourdes está llena de rincones y detalles bonitos, como esta imagen de la Virgen en la fachada de un edificio de viviendas.
¡¡Me encontré con el Santo Cura de Ars en un escaparate!!
Monumento a los caídos en la Place Peyramale.
Torre de la iglesia parroquial del Sagrado Corazón.
Entrada a la iglesia.
Interior de la iglesia.
Imagen del Sagrado Corazón.
Capilla de Nuestra Señora de Lourdes.
Homenaje de la parroquia a los muertos en la Primera Guerra Mundial.
Capilla de Santa Bernadette.
Pila bautismal donde fue bautizada Bernadette Soubirous, el 9 de enero de 1844.
Vidrieras que relatan los sucesos de las apariciones:
Monumento al Abad Peyramale, párroco de Lourdes en la época de las apariciones.
Tumba del Abad Peyramale en la cripta de la iglesia parroquial.
Cuando contemplé esta imagen de Santa Isabel acompañada de dos ángeles, con la luz que penetra por la vidriera, me sentí en el cielo.
Interior y altar de la cripta.
Es curioso, cuando oigo la palabra cripta, siempre pienso en un lugar frío y oscuro, todo lo contrario a esta cripta. La luz que penetra por sus vidrieras la convierten en un lugar luminoso y cálido. Sus sencillas imágenes invitan a la piedad y al recogimiento.
Es curioso, cuando oigo la palabra cripta, siempre pienso en un lugar frío y oscuro, todo lo contrario a esta cripta. La luz que penetra por sus vidrieras la convierten en un lugar luminoso y cálido. Sus sencillas imágenes invitan a la piedad y al recogimiento.
En las dos imágenes superiores: el Santo Cura de Ars y Santa Bernadette.
En esta foto: Nuestra Señora de Lourdes y Nuestra Señora de Fátima.
Tras la visita, me dirigí al cercano Centro de difusión de la Medalla Milagrosa, que ofrece un montaje de luz y sonido en multitud de lenguas, presentando en 12 escenas con decorados de la época, todos los acontecimientos que condujeron a las apariciones de la Virgen en la parisina Rue du Bac, dando lugar a la conocida Medalla Milagrosa que muchos portamos con devoción. Allí fui muy amablemente acogida por el señor a cargo del centro y por una encantadora japonesa con la que pude conversar un buen rato y de la que siempre guardaré un grato recuerdo por su amabilidad y cordialidad.
Diversas escenas del montaje de luz y sonido.
Una vez hecha esta visita, el resto de las jornadas fueron dedicadas única y exclusivamente a los actos piadosos con el objetivo primordial de ganar el Jubileo de la Misericordia y de vivir la auténtica experiencia espiritual que Lourdes nos ofrece. Desafiando las altísimas temperaturas, me dirigí a la Gruta para tocar una vez más la roca que a tantos miles de personas atrae y notar la presencia de María Santísima. Es el lugar en el que, un año más, encuentro a una integrante de la Hospitalidad que es un ángel...La Gruta de Massabielle, núcleo principal del recinto del Santuario, es el lugar en el que he asistido como siempre a Misa y al rezo del Santo Rosario cada día. En una de las ocasiones fue protagonizado por un grupo de jóvenes de Irak que pidieron a la Virgen por su castigada tierra y por la paz de todo Oriente Medio, y lo hicieron rezando varias partes del Rosario en árabe y arameo.
Fachada del santuario.
Entrada a la basílica del Rosario.
Detalle de la puerta de la luz - Basílica del Rosario.
Acariciar la Gruta.
El manantial.
Nuestra Señora.
Encender unas velas.
Un grupo de jóvenes iraquíes participando en el rezo del Santo Rosario.
A la derecha de la foto, el Padre Fabien Lejeusne, director de la peregrinación nacional francesa.
Je vous salue Marie, pleine de grâce,
le Seigneur est avec vous.
Vous êtes bénie entre toutes les femmes et Jesus,
le fruit de vos entrailles, est béni.
Sainte Marie, Mère de Dieu,
priez pour nous pauvres pécheurs,
maintenant et à l'heure de notre mort. Amen.
Otra de las citas obligadas es la asistencia a la Procesión Eucarística que parte de la pradera y concluye en el interior de la basílica subterránea de San Pío X para la Adoración y bendición con el Santísimo. Allí estuve rodeada de los numerosos peregrinos de África, que una vez más fueron todo un ejemplo de devoción.
¡¡Españoles!!
Miembros del ejército francés. ¡Qué Nuestra Señora les proteja en su tarea ardua y muchas veces ingrata!
Inicio de la procesión eucarística.
Interior de la basílica subterránea de San Pío X.
Vistas del interior de la basílica subterránea de San Pío X.
Vídeo de la procesión eucarística.
Bernadette y al fondo el castillo.
Entre trayecto de ida y vuelta al hotel y al santuario, se recorren las calles prestando atención a la multitud de tiendas que constituyen un recorrido de objetos piadosos que todos los peregrinos adquieren para llevarse un recuerdo de este lugar tan especial. Me encanta fijarme en los nombres de las tiendas, todos ellos son una evocación piadosa que siempre me impresiona gratamente.
El establecimiento Alliance Catholique, fundado en 1885 y honrado con el título de proveedor del Vaticano.
El emblemático Magasin Soubirous, uno de los primeros establecimientos, en el bajo del Grand Hotel Moderne.
Imágenes del Grand Hotel Moderne, edificio Belle Époque, construido en 1896 por el sobrino de Santa Bernadette, Jean-Marie Soubirous y su mujer Benoîte Toulet. El Hotel acogió desde el principio a los aristócratas y dignatarios que visitaban Lourdes. Su arquitecto fue Jean-Marie Lacrampe, el más prestigioso de la época, conocido como el "arquitecto de Lourdes" por ser el constructor de las rampas de la Basílica de la Inmaculada Concepción, el ayuntamiento, el castillo de Soum y otras edificaciones de la ciudad.
Si hay una celebración que congrega a casi la totalidad de peregrinos es la Procesión de las Antorchas. Llegando con antelación, decidí situarme en el mirador de la basílica superior para contemplar desde allí la llegada de los peregrinos al caer la tarde. Si bien los dos primeros años acompañé la procesión a pie en la explanada, ya es la segunda ocasión en que decido subir al mirador para disfrutar del cambio de luz, del día a la noche, y experimentar de nuevo, como el año pasado, la maravillosa visión desde lo alto, de las velas encendidas, expresión de la luz de la fe, y del discurrir de los asistentes a la procesión de la imagen de la Virgen de Lourdes.
La imagen de Nuestra Señora que sale en procesión.
Vista de la explanada y el castillo.
Atardecer.
Procesión de las antorchas.
La jornada siguiente estuvo dedicada al Jubileo de la Misericordia, acudiendo a primerísima hora de la mañana a traspasar la Puerta de la Misericordia, instalada junto al Calvario Bretón, y decorada para la ocasión. De esta forma, seguí el camino de la misericordia a través de la explanada hasta llegar a la capilla de la reconciliación, destinada a las confesiones en todos los idiomas en determinados horarios. Llegada a este punto, hago una reflexión, apuntada ya en la tarde anterior por un sacerdote italiano durante la Misa a la que acudí en la Basílica de la Inmaculada Concepción. Decía él en voz alta con mucha razón, que observaba numerosas filas de gente para beber el agua del manantial y también para pasar la gruta, así como asistiendo a la procesión de las antorchas, todo lo cual está muy bien...pero, no veía esas largas filas en la capilla de las confesiones. Eso mismo sentí yo cuando, al llegar a la capilla, observo que los confesionarios están vacíos, y que soy la primera para confesarme. ¡Cuántas veces olvidamos lo más importante! Tal vez, antes de beber, lavarnos y pasar la Gruta, deberíamos pasar por el "lavado del alma" tan necesario para todos nosotros pecadores.
Grupo de peregrinos ante la puerta de la misericordia.
Imágenes del Calvario Bretón.
Realizado por el escultor Mermoz de Lannion en 1900.
Constituido por un crucifijo colocado entre cuatro estatuas:
Nuestra Señora de los Siete Dolores, San Juan Evangelista, San Longino y Santa María Magdalena.
Fue donado por las diócesis francesas de Rennes, Quimper, Vannes y Saint-Brieuc, todas ellas diócesis bretonas.
El monumento al Santo Cura de Ars en su nueva ubicación, frente a la puerta de entrada en la capilla de la Reconciliación.
Imágenes de la Virgen en el interior de la Capilla de la Reconciliación.
Me dirigí a uno de los confesionarios de lengua española y un sacerdote me indica que entre, me arrodillo ante él y noto al instante que soy cálidamente recibida. Se presenta, me habla de él, y me pregunta por mí...tras la confesión, seguimos charlando un rato. En esos instantes, sé que jamás olvidaré a este sacerdote de Huesca que me hace sentir plenamente reconfortada. Tras rezar en el interior de la capilla, me dirijo de nuevo a la Gruta, y tras rezar mi penitencia, decido repetir la subida a la colina del Vía Crucis que visité la primera vez que viajé a Lourdes. Siempre impresiona ver la representación monumental de las 15 estaciones en medio de ese paisaje maravilloso de Lourdes, acompañada de peregrinos de diversas nacionalidades. Todos, cada uno en su lengua, vamos rezando ante cada escena, imaginando el terrible sacrificio que vivió Nuestro Señor para redimirnos con su sangre. Los grupos escultóricos que representan las diversas escenas tienen una altura de dos metros, y son obra del escultor Raffl de París, la mayoría donadas por diversas diócesis francesas.
Inicio del ascenso al Vía Crucis.
I Estación: Jesús es condenado a muerte.
II Estación: Jesús es cargado con la cruz.
III Estación: Jesús cae por primera vez.
IV Estación: Jesús encuentra a su madre.
V Estación: Simón de Cirene lleva la cruz de Jesús.
VI Estación: Verónica seca el rostro de Jesús.
VII Estación: Jesús cae por segunda vez.
VIII Estación: Jesús advierte a las mujeres de Jerusalén.
IX Estación: Jesús cae por tercera vez.
X Estación: Jesús es despojado de su ropa.
Esta décima estación fue una donación de los católicos húngaros.
XI Estación: Jesús es clavado en la cruz.
XII Estación: Jesús muere en la cruz.
XIII Estación: Jesús es descendido de la cruz.
XIV Estación: Jesús es puesto en el sepulcro.
XV Estación: Jesús ha resucitado.
Rosarios colgados en la ladera.
Busto del Padre Marie-Antoine, quien introdujo en Lourdes la procesión de las antorchas.
Cruz Celta, al final del recorrido del Vía Crucis.
Tras esas prácticas piadosas acompañadas de la confesión, se puede pasar la Gruta de nuevo con otra sensación, como la roca en que todos debemos apoyarnos, y beber el agua bendecida por la Virgen con otro significado, cumpliendo su mandato: "Vete a beber y a lavarte en la fuente", recordando las palabras de Jesús: "El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed."
Las nuevas fuentes.
Botellitas del Santuario.
Los bidones de agua bendecida por la Virgen.
Sentada de nuevo ante la gruta, en esta ocasión, al otro lado del río, tuve ocasión de charlar con una señora participante en la peregrinación nacional francesa que se encontraba esos días en Lourdes. Charlando de temas piadosos, concluimos hablando de alguien importante para las dos, nada más y nada menos que San Luis Mª Grignion de Montfort, santo francés muy querido por mí y muy conocido de los lectores de este blog. Así, entre cada repetición de Je vous salue, Marie...se tiene una maravillosa sensación de ser escuchada por Nuestra Señora, estando en comunión con todos los peregrinos allí presentes, como integrantes del pueblo de Dios...Es una sensación maravillosa y reconfortante. Tras despedirme de mi compañera de rezo, y presenciar de nuevo la Procesión Eucarística, es tiempo de acudir con tiempo a la basílica de la Inmaculada Concepción para asistir a la misa en español. En el ascenso a la basílica, me encuentro una vez más con San Luis Mª Grignion de Montfort.
Vista del río Gave.
Capilla de Santa Juana de Arco.
San Miguel Arcángel.
Las reliquias de Santa Bernadette.
Cada año contemplo este agradecimiento con emoción.
La cripta.
San Pedro.
Santa Germaine de Pibrac.
Nuestra Señora de Lourdes, obra de Emiliano Cabuscet.
Capilla de Nuestra Señora de la Salette.
Sagrado Corazón de Jesús.
Nuestra Señora de Pontmain.
En el interior de la basílica sólo hay unas pocas personas, es todavía pronto para que comience la misa en español, por ellos recorremos las capillas, deleitándonos en su bella arquitectura obra de Hyppolite Durand. Esta basílica, por la que reconozco sentir especial predilección, fue construida en respuesta a la petición de la Virgen María. Cuando se va acercando la hora de la misa, veo la llegada de un sacerdote que se arrodilla en uno de los bancos durante unos instantes, y a continuación penetra en la Sacristía. Su perfil me resulta familiar...Decido ir al interior para informarme si es posible comulgar (ya que mi intolerancia al gluten me impide comulgar como los demás). Veo al sacerdote de espaldas charlando con otras personas. Se gira e inmediatamente nos reconocemos. ¡¡¡Es el mismo sacerdote que me confesó a primera hora de la mañana!!! Está charlando con varios integrantes de una familia mejicana que se encuentra de peregrinación en Lourdes para celebrar las bodas de oro de sus padres. Ellos leerán las lecturas, y el sacerdote me invita a leer el Salmo 132. Una vez preparada la lectura, le indico el motivo que me ha llevado a la sacristía. No hay problema, la basílica cuenta con formas especiales para los celiacos. Es bonito asistir allí a Misa, el sacerdote centra su homilía en la misericordia. Y para mí, leer el Salmo es un honor que no merezco y que será un momento inolvidable. Bonitas también las palabras que el celebrante dirige al matrimonio mejicano, que una vez concluidas se ven coronadas por un "Gloria a Dios" a pleno pulmón salido de boca del afortunado mejicano. Tras la Misa, acudo a la Sacristía a despedirme del sacerdote que ya forma parte de mis gratos recuerdos de Lourdes.
Cumplidos mis requisitos para ganar el Jubileo (paso de la puerta de la misericordia, confesión, comunión y rezar por las intenciones del Santo Padre), acudí al centro de información donde sellaron mi credencial. Sin duda, un bonito recuerdo de mi experiencia espiritual.
Santa Margarita de Escocia.
Los árboles de Lourdes.
La noche culmina con una nueva procesión de las antorchas con pleno protagonismo de la peregrinación nacional francesa, que celebrará su día grande, al día siguiente, 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen.
Fue por iniciativa del rey Luis XIII, que Francia fue consagrada a la Virgen de la Asunción, convirtiéndose en la patrona principal del país, y estableciendo dicha festividad como obligatoria en todas las diócesis francesas. Este es el motivo por el que, cada año, el día 15 de agosto acoge en Lourdes la peregrinación nacional francesa, con representaciones de todas sus regiones.
La misa internacional, con especial protagonismo para la peregrinación nacional francesa, se celebró en la pradera, con asistencia de 25.000 personas, rodeada de grandes medidas de seguridad, y presidida por el Cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, que comenzó su homilía con un saludo en perfecto español. Su homilía tuvo como tema central la misericordia, pidiendo a Nuestra Señora por Francia, que tan atacada se ha visto en los últimos meses. También hubo un recuerdo para el Padre Jacques Hamel, recientemente asesinado.
El Cardenal Barbarin, arzobispo de Lyon, bendiciendo a los presentes.
El Cardenal Barbarin durante la Misa.
Foto: Pèlerinage National
Foto: Pèlerinage National
Vídeo resumen de la Misa de la Asunción.
Las peregrinas procedentes de África siempre destacan por sus vestimentas con imágenes piadosas.
Al concluir la misa, todo es una fiesta, la gente canta y baila, la celebración concluye con miles de papelitos con los colores nacionales franceses volando por los aires. Uno no puede más que sentirse agradecido por estar una vez más en ese pedacito de cielo que es Lourdes. No importa las veces que uno vaya, no importa las veces que se repita la visita a la Gruta, y se vivan las celebraciones, todo es siempre nuevo, todo parece visto por primera vez, con el entusiasmo que ello produce. De regreso en Madrid, he comenzado a leer un pequeño libro adquirido en la librería del Santuario, en uno de sus pasajes, dice así:
"El vínculo con Lourdes se manifiesta para cada uno de nosotros a través de deseos precisos: ¡qué ganas de volver a la Gruta, ardo en deseos de volver a tocar la roca, cómo me gustaría participar en la procesión, algún día volveré al lugar de Bernadette!...Es Nuestra Señora quien habla, a través de deseos puntuales, y comienza a atraernos hacia ella para guiarnos hasta su Hijo Jesucristo, el Salvador del Mundo."
Gran verdad, es Nuestra Señora la que nos atrae a aquel lugar, por eso nunca nos cansamos de visitar Lourdes y por eso, en cada nueva peregrinación, sentimos más deseos de volver.
¡HASTA PRONTO LOURDES!
FOTOS: María Luz
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