Un año más, llegados los días de mediados de agosto, cumplo con la tradición, ya instaurada en mi casa, de peregrinar a Lourdes para ofrecer mi pobre compañía a Nuestra Señora y para llenarme del ambiente piadoso del lugar.
Lourdes, vista del Santuario.
Foto: Google
Atravesando el maravilloso paisaje pirenaico, tierra de la cual no soy originaria y que amo como si lo fuera, voy fijándome en todo aquello que abarca mi vista, aprendiendo los nombres de los pueblecitos, contemplando sus plazas con sus monumentos a los caídos, y vislumbrando aquí y allá edificios significativos como sus iglesias e incluso un castillo que data del siglo XII, el Château d'Abère, situado en la localidad francesa de Asson.
Château d'Abère - Asson
Fotos: asson.fr - azai.hostzi.com
Tras la cena en el hotel, me dirijo al enclave que a todos atrae, la Gruta de Massabielle, para contemplar a Nuestra Señora y agradecerle Sus cuidados y la posibilidad de estar de nuevo ante Ella, en esa Lourdes que tanto quiero, y sin la cual me faltaría algo esencial a lo largo del resto del año.
En la Gruta se celebra la Santa Misa a las once de la noche, para dar paso a continuación a la Adoración al Santísimo Sacramento, momento de gran silencio y emoción, tras el cual, se nos invita a acercarnos a la Gruta y tocar la roca sin límite de tiempo, lo cual nos permite a los presentes avanzar o retroceder a nuestro antojo, sin restricción y sin prisas. Es una experiencia hermosa que todos los peregrinos agradecemos, especialmente cuando se produce, como en mi caso, estando recién llegada al lugar.
Fotos: María Luz
La mañana siguiente es otro momento muy esperado pues, tras madrugar más de lo habitual, me dirijo a las piscinas, para proceder a la inmersión en las frías aguas del manantial que Nuestra Señora hizo brotar y que ha sido fuente de gracias desde hace casi 160 años. He de decir que no es la primera vez que acudo a las piscinas, pero sí la primera en que he tenido que esperar mi turno junto a cientos de personas, lo cual constituye una buena experiencia porque otorga una sensación de ocasión compartida bajo una misma fe y esperanza. Tras sólo 40 minutos de espera, el ejército de voluntarias que nos recibe es la máxima expresión del encanto personal y de la acogida sonriente y fraterna. En mi caso, no podré olvidar a la señora Brigitte que, emocionada, me cuenta que ha visitado España y que ha peregrinado a Santiago de Compostela en cuatro ocasiones. Tras unos momentos de recogimiento para exponer mis intenciones a Nuestra Señora, me sumerjo en la más que fría, helada agua de la piscina, saliendo de allí con una sensación maravillosa, renovada y agradecida a la Santísima Virgen y a las voluntarias que con su cariño hacen de la experiencia algo inolvidable. El agua fría se evapora de nuestra piel en cuestión de segundos como algo milagroso, por ello, sin necesidad de toalla, procedemos a vestirnos, saliendo al exterior para proseguir con nuestra ruta.
Foto: María Luz
Interior de las piscinas.
Foto: Lourdes-france.org
A partir de ese momento mi tiempo de estancia en Lourdes es una sucesión de citas y trayectos que me permiten realizar mis compras piadosas, y recorrer los rincones y las calles de ese querido lugar en busca de nuevos enclaves por descubrir y visitar.
Fotos: María Luz
Muy agradecida por el hecho de que mi tiempo de espera en la piscina ha sido mucho más corto de lo esperado, me dirijo con calma, a través de la Rue de la Grotte, a visitar uno de los museos que estaban en mi lista desde hace tiempo: el Museo Christi. Se trata de un lugar encantador, muy atrayente para todos aquellos que, como yo, disfrutamos contemplando objetos antiguos, y mucho más si gran parte de esos objetos están relacionados con el aspecto piadoso propio del lugar. El Museo surgió para recoger todo lo relacionado con las técnicas de Tipografía, Litografía y Cromolitografía, que conoció un desarrollo considerable en el siglo XIX, y de donde proviene precisamente la palabra "cromos" para hacer referencia a esas pequeñas imágenes de papel que todos hemos coleccionado siendo niños, y que siguen deleitando a los más pequeños y a los coleccionistas. Si bien, en su origen, se centraba únicamente en imágenes publicitarias y pedagógicas, han sido sus actuales propietarios quienes lo han complementado con una extensa y maravillosa colección de imágenes religiosas, las tradicionales estampas y láminas religiosas antiguas, en su mayoría del siglo XIX, que saben transmitir como ningunas, una sensación muy especial, tierna y espiritual con sólo contemplarlas. A través de sus salas reunidas en dos plantas, nos adentramos en el túnel del tiempo, teniendo la sensación de recorrer las salas de una antigua casa, como si de nuestros antepasados se tratara, para adentrarnos en un paraíso piadoso encantador, contemplando estampitas religiosas, de Primera Comunión, de Confirmación, participaciones de bodas, escenas de la Historia Sagrada, todo ello acompañado de los instrumentos de impresión utilizados para su elaboración. En resumen, una visita recomendable para todos los amantes de las imágenes piadosas de tiempos pasados. Sirvan las siguientes fotografías como pequeñísimo ejemplo de lo mucho que puede contemplarse en su interior.
24, Rue de la Grotte
Foto: María Luz
Prensa litográfica (hacia 1850)
Fotos: María Luz
Mobiliario original de un aula del siglo XIX.
Fotos: María Luz
Tras esta visita cultural tan interesante, dispongo de tiempo para acudir a todas las celebraciones que constituyen, como siempre, cita obligada en torno a la Gruta y al Santuario, como son el rezo del Santo Rosario y el paso de la Gruta, en esta ocasión a media tarde, junto a los cientos de peregrinos que se encuentran en Lourdes en estos día de agosto. A resaltar este año la presencia de peregrinos procedentes de India, África y de Corea, junto a los procedentes de todas las regiones francesas para participar en la tradicional Peregrinación Nacional Francesa. Tras el paso de la Gruta, y el rezo del Santo Rosario, es momento de encender nuestras velas, ante las cuales tenemos unos instantes de oración. A la hora establecida, asisto a la Santa Misa en español en la Basílica de la Inmaculada Concepción, celebrada por Don Nicolás, sacerdote llegado de Huesca, en cuya homilía nos lanza un mensaje primordial: la necesidad de tener absoluta confianza en estos tiempos turbulentos en que todos los ámbitos se ven afectados de una forma u otra, incluida nuestra Santa Iglesia Católica, pero como bien expresó Don Nicolás "la barca de la Iglesia no puede naufragar pues Jesucristo está en ella, y esto nos garantiza la llegada a puerto seguro, y nos reafirma en nuestra confianza".
Momento de oración ante las reliquias de Santa Bernadette.
Imagen de Nuestra Señora en la Basílica de la Inmaculada Concepción.
Fotos: María Luz
Otro momento vivido, durante mi estancia en Lourdes, que me gustaría destacar fue la Santa Misa en inglés celebrada en la Gruta a cargo de un grupo de peregrinos irlandeses. Durante la homilía, el joven sacerdote celebrante, recordando su época de estudio en Washington D.C. relató a los presentes su visita a uno de los museos de la capital norteamericana, en concreto al Museo Nacional de la Mujer en el Arte, destacando las representaciones de la Santísima Virgen María en la historia del arte. Durante esa visita, un monje benedictino le planteó la siguiente pregunta: "¿Por qué la Virgen María nunca aparece representada besando al Niño Jesús?" A primera vista parece difícil responder...Pero en realidad, es fácil, ello se debe a que "María no se encierra ni se pierde en Su amor a Jesús, sino que siempre aparece ofreciéndonos a Jesús. Nuestra Madre nos lo ofrece en un gesto de amor a todos Sus hijos"...Bonita reflexión.
Misa en la Gruta.
Foto: María Luz
Este escrito sobre mi estancia en Lourdes no puede concluir sin hacer referencia a uno de los momentos más especiales y bellos que presenciamos cada noche en la explanada del Santuario, la procesión de las antorchas. Es la quinta ocasión en que asisto a la misma y la tercera que puedo contemplarla desde lo alto, y la sensación que me produce es la misma de siempre, de absoluta maravilla ante esa visión nocturna de los peregrinos que caminan iluminados por la luz de las velas. Mientras rezamos el Santo Rosario, alternando entre misterio y misterio el canto del Ave María, rezamos en diversos idiomas pero unidos todos en una misma fe, volviendo a emocionarme irremediablemente como si fuera la primera vez que asisto a la misma.
Fotos: María Luz
Las últimas horas antes de la partida están dedicadas a agradecer a Nuestra Señora todos Sus cuidados, Sus favores, Su bondad, tiempo de recoger agua de su fuente, de recorrer la explanada y tiempo de regresar caminando al hotel, contemplando sus calles, sintiendo su bullicio y respirando su aire hasta la próxima ocasión en que pueda regresar.
Glorioso San José, sed Vos mi protector.
Árbol de las Maravillas.
San Juan María Vianney, rogad por nosotros.
¡¡Gracias Madre!!
Fotos: María Luz
El próximo año 2018 será un año señalado en el Santuario, pues supondrá la celebración del 160 aniversario de las Apariciones de Nuestra Señora en esta localidad francesa que forma parte de mí en lo más hondo de mi corazón. Hasta entonces, me despido de este piadoso y encantador enclave.
Lourdes me despidió con estas bonitas rosas silvestres.
Foto: María Luz
Lourdes, siempre me maravillas, siempre llenas mi alma y nunca dejas de asombrarme.
¡¡¡Hasta pronto si Dios quiere!!!
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