Santo Cura de Ars, hiciste de tu vida una ofrenda sin división a Dios al servicio de los hombres; que el Espíritu Santo, por tu intercesión, nos conduzca hoy, sin descanso, a responder a nuestra vocación personal.
Tú fuiste adorador asiduo de Cristo en el tabernáculo. Enséñanos a aproximarnos con fe y respeto a la Eucaristía, a disfrutar de la presencia silenciosa en el Santo Sacramento.
Tú fuiste el amigo de los pecadores. Les decías: "Vuestras faltas son como un grano de arena en comparación con la gran montaña de la misericordia de Dios". Deshaz las ataduras del miedo que nos retienen, en ocasiones, lejos del perdón de Dios; aumenta en nosotros el arrepentimiento por nuestras faltas. Descúbrenos el verdadero rostro del Padre que espera sin reposo el regreso del hijo pródigo.
Tú fuiste el apoyo de los pobres: "Mi secreto es bien sencillo, consiste en dar todo y no guardar nada". Enséñanos a compartir con quienes están en necesidad; haznos libres frente al dinero y todas las falsas riquezas.
Tú fuiste un hijo amante de la Virgen María, "tu más antiguo afecto". Enséñanos a volvernos hacia Ella con sencillez y con la confianza de un niño.
Te has convertido en el patrón ejemplar de los sacerdotes del universo. Que tu caridad pastoral conduzca a los pastores a buscar la proximidad con todos sin excepción de personas; dales el amor de la Iglesia, el ímpetu apostólico, la fortaleza en las pruebas.
Inspira a los jóvenes la grandeza del ministerio sacerdotal y la alegría de responder a la llamada del Buen Pastor.
Santo Cura de Ars, sé nuestro intercesor ante Dios. Consíguenos lo que te pedimos (petición particular), tú, el pastor humilde y fiel, infatigable en el servicio de Dios y de los hombres. Amén.
(Monseñor Guy Bagnard, Obispo de Belley-Ars)
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