¡Oh Cruz, nuestra seguridad, nuestra protección, nuestra única esperanza, nuestra perfección!
Eres tan preciosa,
que del cielo un alma vendría jubilosa para sufrir en esta tierra.
Por ti, oh Cruz, se da la bendición,
y por ti Dios nos perdona y redime;
Él quiere que todas las cosas estén marcadas con tu sello,
si no lo encuentra en ellas,
nada le parece hermoso.
Cuando eres colocada en algún sitio,
lo profano se vuelve santo y las manchas desaparecen,
pues Dios de ellas se adueña.
Él quiere, oh Cruz, que te llevemos en la frente y en el corazón,
antes que cualquier obra,
para que lleguemos a ser vencedores.
(San Luis María Grignion de Montfort)
FOTO: María Luz
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