lunes, 20 de junio de 2016

ADORO TE DEVOTE


Este es el título de un bellísimo himno eucarístico compuesto por Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII y que podemos disfrutar en el siguiente video, interpretado por las religiosas benedictinas francesas de la Abadía de Sainte-Madeleine de Barroux, perteneciente a la diócesis de Avignon. El mencionado himno se incluye junto a otras piezas musicales en el álbum grabado por las religiosas y titulado "In Paradisum-Les Soeurs". En el video pueden verse bellas imágenes de la abadía al tiempo que se disfruta de ese hermoso canto que, sin duda, es un buen alimento para el espíritu.
 
 
 
 
ADORO TE DEVOTE
 
Adóro te devóte, latens Déitas,
Quae sub his figúris vere látitas:
Tibi se cor meum totum súbiicit,
Quia te contémplans totum déficit.
Visus, tactus, gustus in te fállitur,
Sed audítu solo tuto créditur.
Credo, quidquid dixit Dei Fílius:
Nil hoc verbo Veritátis vérius.
In cruce latébat sola Déitas,
At hic latet simul et humánitas;
Ambo tamen credens atque cónfitens,
Peto quod petívit latro paénitens.
Plagas, sicut Thomas, non intúeor;
Deum tamen meum te confíteor.
Fac me tibi semper magis crédere,
In te spem habére, te dilígere.
O memoriále mortis Dómini!
Panis vivus, vitam práestans hómini!
Praesta meae menti de te vívere.
Et te illi semper dulce sápere.
Pie pellicáne, Iesu Dómine,
Me immúndum munda tuo sánguine.
Cuius una stilla salvum fácere
Totum mundum quit ab omni scélere.
Iesu, quem velátum nunc aspício,
Oro fiat illud quod tam sítio;
Ut te reveláta cernens fácie,
Visu sim beátus tuae glóriae. Amen.
 
TE ADORO CON DEVOCIÓN
 
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
pero basta el oído para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.
¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.
Amén.
 
 
Para más información sobre la Abadía:  www.barroux.org 

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