1 de Junio, conmemoración de Nuestra Señora de la Luz
El origen de esta advocación se sitúa en Palermo, en el siglo XVIII. Según parece, una monja contempló la visión de Nuestra Señora evitando caer en manos del maligno, sosteniendo un alma con una de sus manos, y al Niño Jesús con su otro brazo. El Niño aparece cogiendo con sus manos dos corazones ardientes que toma de una cesta ofrecida por un ángel, simbolizando la caridad y el amor de Dios. La Virgen es coronada por dos ángeles como reina del cielo. En la imagen original, a los pies de la Virgen, aparecía una representación del maligno que fue censurada por la Iglesia Católica, y sustituida o bien por unas llamas alusivas al purgatorio o bien por unas nubes haciendo referencia al pecado.
La pintura que representa a la imagen de Nuestra Señora de la Luz fue realizada siguiendo instrucciones de la vidente recibidas directamente de la Santísima Virgen. La pintura estuvo en poder de los jesuitas en Italia, pero tiempo después, decidieron llevarla a alguna de sus misiones en el mundo, y así fue como llegó a Méjico.
Para conocer más detalles de la historia de esta hermosa advocación es interesante escuchar a la historiadora mejicana Dolores Elena Álvarez Gasca en el siguiente video:
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ
Madre y señora, tú eres luz que disipas la sombra del engaño;
tú eres la dulzura que deleita al corazón
y eres la poderosa madre en quien espero y confío.
Aleja de mí todo peligro; guárdame, señora,
y en estos ocho días recíbeme por tuyo;
yo volveré, señora, a tus santísimos pies;
yo daré a mi corazón la dicha de saludarte,
y yo renovaré el amor que desde hoy te ofrezco.
Ángeles de la patria celestial, alabad por mi
a la madre santísima de la luz;
dios y señor de la majestad y grandeza,
pues sólo vos sabéis lo que es María,
ensalzadla y engrandecedla y tú,
madre y señora, admite mi corazón;
las necesidades que tiene tú lo sabes; remédialas;
derrama el bálsamo suavísimo de tu amor;
haz que en todas mis acciones te llame madre de la luz;
alúmbrame, compadécete de mi, y no permitas
que sea presa del demonio; y haz que,
pues te portas como mi madre, yo me porte
como tu hijo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario